9. No te emborraches tanto

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9.        No te emborraches tanto

Nunca había estado en esa discoteca desde que había llegado a la ciudad, y eso que todo el mundo hablaba de ella. Incluso sus amigas le habían preguntado si había ido ya, como quien va a Roma y va a ver el Coliseo. Pero bueno, había merecido la pena, porque le gustaba mucho. Era un teatro antiguo de tres plantas totalmente reformado pero sin perder esa esencia de teatro. ¡Qué chulo! La primera planta era una gran sala, tras un amplio recibidor, donde todo el mundo bailaba de pie y al fondo un escenario donde ahora había un Dj. La segunda planta era la parte superior del recibidor con unos palcos que daban al escenario. Y luego, en la tercera, había una sala vip y desde los palcos también se podía ver la pista y el escenario. Habían subido a la segunda planta, pero a la tercera imposible. Se sentaron en unos sofás que estaban en uno de los palcos y dejaron sus Gin-tonic última moda sobre una mesita de té.

—Tía, que es que a mí no me gusta el Gin-tonic nada ni aunque lo adornen como si fuera una copa de helado —se quejó Vega mirando a Trizia después de haberle dado un trago y poner malísima cara.

—Pero se lleva como los Manolo Blahnik, con clase —le dijo Rico sujetando la copa en la mano como si se tratara de una delicatesen.

—Luego dices que no eres un Gay cliché, Federico —se quejó Vio clavándole una mirada incisiva a su amigo—. Si no dejas de hablar de tacones y de compararlo todo con la moda no me voy a creer eso que dices.

—¡No me llames así!

—Bueno, vale —dijo Trizia poniendo un poco de orden—. No lo llames así —le espetó a Vio—. Se pone insoportable cuando se queja —agregó en una risita, lo que hizo que Rico soltara un bufido—. Y si no te gusta, pues pídete otra cosa, pero deja aquí tu vaso que ya nos lo bebemos él y yo.

—Vale… —agregó Vega rodando los ojos antes de levantarse con una sonrisa—. Voy a pedir un ron.

Vega caminó hacia la barra que tenía más cerca. La música se oía muy alta ahí, porque había un espacio para bailar. Se chocó con un chico medio rubito, o castaño, a la luz de colores era difícil de averiguar. Tenía unas cejas enormes y oscuras, pero una sonrisa perfecta. Ella también sonrió disculpándose y llego a la barra finalmente. Por favor, qué monada. ¡Y qué cejas! ¿Sería posible que pudieran resultarle atractivas unas cejas? Definitivamente sí.

Volvió a los sillones con un vaso de ron en la mano y un botellín de refresco de limón en la otra. Ella era clásica del ron con limón. Nada de gin-tonics modernos. Sonrió a sus amigos y le dio un trago a su vaso después de haberlo mezclado y removido con una pajita que llevaba el sello del local. Había sido una buena idea salir juntos, no cabía duda. Vio se empezó a reír mirando a alguna parte detrás de Vega.

            —¿Qué?

            —¿Habéis visto que no le quita ojo? —preguntó a los otros.

Vega se giró algo incómoda hacia donde miraba Vio y vio al chico de las cejas mirando al suelo. ¿Le habría pillado mirándola? Vega volvió la vista a sus amigos. Empezó la típica discusión de «le gustas», «eso es mucho decir», «le hemos pillado», «bueno, obvio que le gusto. Gusto a cualquiera» y todas esas cosas que se suelen decir en esos casos. Bueno, no era el plan de Vega aquella noche, pero conocer gente nueva tampoco estaba fuera de sus planes. De todos modos, había otro chico con pinta de chulo de esos, con aires de rockstar, sentado en otro de los sofás de cerca. Casi que le parecía más atractivo.

La idea de esa noche era desparramar y beber mucho. Nada más. Volver a ser adolescente, o bueno universitaria, sin preocupaciones. Eso le había dicho a Rico para convencerse de salir. Su amigo le dijo que él salía sólo a ver si encontraba al hombre de su vida y se casaba con él. Vega alzó una ceja porque su amigo salía todos los días con esa intención. No era que no le creyeran nunca nada de lo que decía, solo que las tres pensaban que él era una Drama Queen en potencia.

No te emociones tantoWhere stories live. Discover now