11. No te líes tanto

417 39 3
                                    

11.        No te líes tanto

La música la envolvía de una manera mágica. Bailaba sin preocupaciones como si nadie la estuviera mirando. Probablemente nadie la estaba mirando. Habían bajado a la primera planta y se habían dejado llevar entre la gente. Vega se sentía feliz. Básicamente feliz. Sólo se movía sin pensar en nada. Puede que el ron hubiese hecho el efecto esperado, puede que tampoco pudiese hacer mucho más que dejarse llevar. Pero era feliz a su manera.

Por otro lado, Trizia bailaba buscando con quién. No es que fuera ninguna fresca, sólo dejaba que algún chico se arrimara. Le dedicaba un par de sonrisas y si le gustaba, le dedicaba un par más o le daba algo de conversación. Vio, aunque quisiera negar lo que venía siendo evidente de un tiempo a esta parte, miraba su teléfono móvil porque su chico le hacía reír en mensajes. Rico bebía de su copa, quieto, observando todo el percal. También estaba alegre, pero se tenía por alguien observador. Entonces, sonrió y se acercó a su vecina.

    —Está otra vez ahí —le dijo. La chica salió de su trance musical para mirarlo. Pareció no haberle escuchado pero, cuando el chico iba a repetirlo, ella frunció el ceño con gesto curioso—. El chico de antes, está ahí mirándote.

No se refería al chico con pinta de chulo que estaba en el sofá de al lado, ese que le había parecido mono; se refería al chico de lascejas espesas y sonrisa de anuncio. Vega se le quedó mirando. Él estaba sonriendo a un amigo con el que debía de estar tratando un tema interesante, tenía su vaso en la mano a la altura del pecho y movía un pie al ritmo de la música. Llevaba puesta una camiseta blanca súper normal que parecía decir: «Voy al gimnasio pero no soy un paranoico de las pesas»; también unos vaqueros claros desgastados con los bajos un poco arrastrados y una cazadora de cuero en la mano. No parecía tener un look súper llamativo, ni parecía ser el chico más guapo del mundo, pero la verdad es que tenía un no-sé-qué que le hacía interesante.

Vega se giró hacia Rico y se encogió de hombros. No sabía qué pasaba por la cabeza de su amigo ni por qué habría reparado en el chico para luego decírselo a ella. Él puso cara de obviedad, pero Vega frunció el ceño con confusión.

      —Si no te lo haces tú, voy a preguntarle si es gay. ¡Es monísimo! —le advirtió el chico antes de dar otro trago.

La chica soltó una risita. No estaba mal, de verdad que no, pero no sabía ni cómo acercarse. O sea, sabía cómo bailar dejándose llevar, pero no había bebido tanto como para dejarse llevar hasta el chico. Vega negó con la cabeza mirando a su amigo, sonrió de forma inocente y le agarró de las manos para bailar con él. Entre risas, Rico se quejó de que casi le tiraba el vaso encima, pero se puso a bailar de todos modos.

Vega no era una chica demasiado tímida, ni tampoco era asocial ni nada de eso. Solía suceder que, como siempre sonreía, los chicos se confundían totalmente con ella. A lo mejor no le interesaba nada un chico, pero por ser amable, ellos se creían que les daba pie a algo. Le había traído alguna que otra situación incómoda, pero no lo hacía aposta. Sin embargo, siempre eran ellos los que se acercaban a ella. Pocas veces, muy pocas, había dado el primer paso. Bueno, si pestañear de forma cándida cuenta como primer paso, entonces a lo mejor sí. Pero no como: « ¡Ey! Hola, vi que me mirabas…». Es más, ni siquiera si tuviera a Den Murphy mirándola se atrevería a decírselo. Bueno, es que, ¿qué se atrevería a hacer delante de él? Algunos días, todo; algunos otros, nada. Seguramente nada, se quedaría como una piedra estática e inerte mirándolo como a un cuadro de Dalí.

Tenía catorce años cuando tuvo su primer novio. Fue una idiotez, porque no duraron ni una semana, y encima no se besaron porque a ella le podía la vergüenza. Aun así, hasta ese novio absurdo, se había acercado él. No es que luego no diera el primer paso llamando ella, cuando había confianza, sólo que era incapaz de romper el hielo. Ahora, le dabas confianza y, sí, era la chica más divertida del mundo y a la que más planes se le ocurría hacer. Era cariñosa y animada.

No te emociones tantoWhere stories live. Discover now