PRÓLOGO

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                Prólogo

    (Porque todas las buenas historias tienen prólogo)



Knebworth, un agosto frío.

" Esnifó con ansia y sintió como el polvo le subía por la nariz, provocándole un conocido cosquilleo. Casi enseguida, sintió algo parecido a la electricidad fluyendo por sus venas. Echó la cabeza hacia detrás y sonrió, sintiendo que volvía al paraíso una vez más. Con los ojos cerrados vio formas y colores vibrantes, y se sintió el puto rey del mundo. Abrió los ojos y se encontró de frente con la mesa de cristal y su tarjeta de crédito, que había utilizado para dibujar la línea de coca. Una rubia estaba sentada en el sofá riéndose de algo ajeno a todos los demás, y la otra chica estaba tumbada con la cabeza apoyada en las rodillas de la primera. Jordan, la rubia, era de las groupies oficiales de la banda, y el backstage parecía ser su segunda casa. La habían conocido hacía un par de años, en un concierto en Bristol y desde entonces estaba en casi todas las actuaciones. Había sido la favorita de Logan durante mucho tiempo, pero desde hacía unos meses él había estado muy cercano a ella. Se levantó, la cogió por el cuello y la besó con intensidad, con tanta que casi pensó que le transmitiría toda la adrenalina. Cuando se separó le mordió el labio y le sonrió. Definitivamente él, Russ Donovan, era el puto rey del mundo. George, el mánager, hablaba con Paul, el otro guitarrista que parecía especialmente nervioso. No era para menos. Estaban a punto de tocar frente a más de trescientas mil personas en el festival de música más grande del mundo. Y eran la cabeza de cartel. Echó los brazos hacia detrás y se estiró, soltando un tremendo rugido. Estaba pletórico y necesitaba compartirlo con el mundo.

Entró un técnico con unos auriculares ridículamente grandes y anunció que estarían fuera en cinco minutos. De puta madre. Dio un par de palmadas y se dirigió hacia Chuck, el batería, que estaba casi tan emocionado como él.

—¿Listo, capullo?

—Llevo toda la vida esperando esto, tío —respondió Chuck—. Así que más te vale no cagarla... ¡o a ti, Kieran!

El bajista les dedicó una peineta y le pegó un trago a algo que parecía whiskey. Todos se pusieron en marcha entre vítores y deseos de «mucha mierda ahí fuera». Salieron del backstage y se dirigieron a la parte lateral del escenario por un pasillo lleno de gente. El rugido del público era casi ensordecedor. Russ estaba tan arriba que pensó que en cualquier momento iba a tener una erección. Los organizaron a punto de entrar, les colocaron los micros y todos aquellos aparatos. Luego volvió el técnico de antes. ¡Tres, dos, uno! ¡DENTRO! Y entraron. El público se volvió loco, y cuando pensó que no podían gritar más, cuando entró él le pitaron los oídos del ruido. Alzó las manos y casi se queda seco de ver a tanta gente junta. Sonrió. Se dirigió a su parte del escenario y se colgó la guitarra con la Union Jack. Logan se quedó frente a la audiencia y colocó las manos tras la espalda para comenzar a cantar. Eran dioses. Y estaban en su Olimpo.

La primera canción hizo que, efectivamente, tuviera una erección y agradeció que la guitarra le tapara sus partes nobles. A la quinta canción le tocaba cantar a él y, cuando se acercó al micrófono central, algunas personas cruzaron la valla de seguridad. Sonrió. Algunas pibas quisieron subirse al escenario, pero los gorilas las mantuvieron controladas. Empezó a cantar y todo el mundo lo siguió, lo coreó y alguna que otra le enseñó las peras. Diez canciones después, abandonaron el escenario.

Sexo, drogas y rock'n' roll. El mejor día de su vida. Al volver al backstage los esperaban su mánager, director de giras y periodistas. Algunos dijeron que había sido el mejor concierto de la historia. Y lo fue. Y tanto que lo fue. " *



Los ojos de un joven habían brillado de emoción durante todo el concierto. Se había quejado mil veces de la cantidad de gente que había y de los codazos que le habían dado aunque, después de beberse tres litros de cerveza, cada vez le habían importado menos. Nadie en el público lo sabía excepto él. Esa noche, Deneb Murphy supo que él iba a ser una estrella del rock. Que cuando él fuera famoso, el gran Russ Donovan, el mejor guitarrista de todos los tiempos, se quedaría en una anécdota. Pero mientras tanto, siempre sería su gran admiración y el espejo donde querer mirarse. Ese tío era Dios.



* Por Sabela Giménez

🐦 @ThisisSabela

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