━❝𝗖𝗜𝗡𝗖𝗨𝗘𝗡𝗧𝗔 𝗥𝗔𝗭𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗔𝗠𝗔𝗥❞ ፧ 𝗞𝗘𝗜𝗚𝗢 𝗧𝗔𝗞𝗔𝗠𝗜

✐┊Razón N°6.

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☁️Él se dejaría maquillar por ti. ☁️
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Luego de una tarde ajetreada, Hawks había llegado a casa con la única necesidad de abrazarte y permanecer contigo. Al fin y al cabo, eres lo único reconfortante para él en días así. Luego de haber traspasado la puerta, únicamente se abalanzó a ti sin dejarte finalizar tu bienvenida a él. Eras consciente de lo exhausto que puede llegar a causa del trabajo, por ello, nunca le negabas un acto como ese.

—Bebé... —Llamaba Keigo con muy pocas ansias.—¿Puedes hacer eso que siempre haces?—Dejó de rodearte con sus brazos para luego tomar de tu mano y guiarte al dormitorio.

—Oye Keigo, pero... ¿y la comida?—Señalabas la cocina con las estufas prendidas.

—No será un problema.—Mencionó al dejar caer unas plumas quienes se dirigían con rapidez al lugar. Él mismo se encargó de apagarlas mientras ambos seguían su camino a la habitación.

Con lentitud giraba la perilla de la puerta para adentrarse al lugar, cuando sin sentirlo, inmediatamente se lanzó a la cama con pesadez. Sus alas abarcaban una gran parte del lugar mientras sólo te abstenías a reír por la imagen que presenciabas a tan sólo centímetros de ti. Con extremo cuidado tomabas a Keigo por la espalda para acomodarlo en el lugar, sin embargo, sus alas no eran de mucha ayuda.

—Mmhmm~ Cariño... —Susurraba como un pequeño bebé quien no quería moverse del lugar.

—¡Vamos Keigo!—Animabas al pequeño pajarito que tenías en tus brazos, mientras hacía el esfuerzo de acomodarse correctamente en el centro de la cama. Sus alas dejaron de abarcar completamente tu alrededor, para así, colocarte a un costado de él.

—¿En qué momento empezarás?—Decía en forma de puchero.

Sonreías con tan sólo saber que eres la única quien podía observarlo de esa manera, con una actitud de un bebé mimado para ser precisos.

Colocaste su cabeza en tu regazo para luego brindar caricias en su cabello con rizos dorados. Su rostro se relajaba con los minutos mientras observabas como lo disfrutaba, ya que mostraba una sonrisa en extrema relajación luego de tener tanta tensión. Con discreción retirabas una caja que tenías en la mesa de noche para llevarlo en tus manos, mientras tanto, la nariz de Keigo se movía sin parar.

—¿Por qué huele a coco?—Preguntó al abrir sus ojos y observar que estabas a punto de colocar una mascarilla en su rostro.—¿Es esa cosa blanca que te colocas siempre? ¿Esa cosa rara que huele rico pero te deja la piel suave?—Preguntaba intrigado luego de una pausa.—Si es esa entonces ponla.—Dijo sin más.

—¿No te molesta?—Cuestionabas extrañada.

—Claro que no, mi rostro olerá rico como el tuyo. Además, ¿por qué no vemos una película mientras haces esas cosas raras con el maquillaje en la cara?—Pronunciaba al hacer gestos con ambas manos luego de terminar cada palabra.—He leído que las mujeres tienen cierto fetiche por maquillar a su novio, así que hazlo. Puedo quedar como payaso, pero seré tu payaso, mi amor.—Dijo con picaresca.

Era gracioso escuchar como Keigo se dejaba convencer sin la necesidad de articular alguna palabra referente al tema, pero lo cierto era, que ama sentir tus manos en su rostro como una pluma suave y frágil. Sencillamente era lo único que necesitaba para llevar relajación luego de un día con tensión.

Ambos saldrían ganando, tú con realizarle una rutina de Skincare y él gustando de tus suaves caricias.