━❝𝗖𝗜𝗡𝗖𝗨𝗘𝗡𝗧𝗔 𝗥𝗔𝗭𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗔𝗠𝗔𝗥❞ ፧ 𝗞𝗘𝗜𝗚𝗢 𝗧𝗔𝗞𝗔𝗠𝗜

✐┊Razón N°42.

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☁️Keigo al declarar sus sentimientos, te haría sentir afortunada.☁️
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—Oye, ¿alguna vez te has enamorado?—Preguntaba Keigo al alzar su vista al cielo.

—Por supuesto—Proseguías en alzar la mirada, contemplando la misma vista que él.

—¿Y cómo te ha ido?—.

—No muy bien, ya sabes. Amores no correspondidos y pasajeros—Tomabas la copa que contenía vino al llevar un pequeño sorbo entre tus labios.

Ambos se encontraban en una cita acogedora, únicamente siendo como amigos. Keigo había reservado la azotea del restaurante, en donde las brisas naturales solían permanecer, y la vista al cielo por la noche era majestuosa.

—Que lástima me dan los tipos que no te supieron valorar—.

—¿Por qué lo dices?—.

—Porque tuvieron entre sus manos a una grandiosa mujer y la dejaron ir de sus vidas. En mi caso, ni siquiera me lo permitiría.—Notabas su expresión relajada por el rabillo de tu ojo, aún cuando ambos observaban el cielo.

—¿Y tú te has enamorado?—Preguntabas cautelosamente.

A decir verdad, actualmente tus ojos sólo se habían clavado al único hombre que te hacía sentir en un mundo diferente. De esos que te llevan a otro paraíso sólo con su presencia y mirada. No hacía falta tener un contacto de piel, simplemente bastaba con tenerlo ahí, frente a ti.

—No lo he hecho. No he tenido tiempo de pensar en el amor por mi trabajo, hasta ahora...—

Su vista quien permanecía en el cielo, bajó lentamente hasta clavarla en tu rostro, provocando que por inercia, también cruzaras miradas con él.

—Aún no comprendo con exactitud el amor, sólo siento que al verla, mis problemas se minimizan causando que aprecie cada segundo al estar con ella—.

—Ella debe de ser afortunada, ¿no?—Expresabas con pocos ánimos.

—No, yo soy el afortunado al tenerla en mi vida.—Pausó luego de tomar una bocanada de aire para luego expulsarlo.—Aunque, no se ha dado cuenta que siento algo por ella—.

—Eso es malo...—

—Lo sé, porque de verdad me gustas—Concluyó al sonreír.

—Eso es malo porque deberías decírselo.—Intervenías sin haberlo escuchado.

—Pero te lo acabo de decir—Reía cabizbajo.

—¿Eh?~—Keigo notaba un rubor en tus pómulos pero con una mirada extraña, una de la cual, aún no entendían la circunstancia.

—Mi estimada y hermosa dama—Expresó el alado al tomar sus manos por encima de la mesa.—Usted de tan hermosos ojos, de una voz tan magnífica. ¿Me permitiría a mí, ser la razón de esa bella sonrisa?—.