━❝𝗖𝗜𝗡𝗖𝗨𝗘𝗡𝗧𝗔 𝗥𝗔𝗭𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗔𝗠𝗔𝗥❞ ፧ 𝗞𝗘𝗜𝗚𝗢 𝗧𝗔𝗞𝗔𝗠𝗜

╰☆╮Razón N°33.

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☁️Siempre caerías en sus provocaciones.☁️
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Keigo se encontraba en cama, en pleno descanso mientras sólo era escuchada la respiración agitada que él brindaba al dormir. Su rostro parecía estar en total calma como si fuera un bebé, su cuerpo en relajación y sus alas envolvían su pequeño cuerpo usándolo como si fuesen sus sábanas.

Hacías el intento de levantarte de cama sin realizar ningún ruido o movimiento en falso, ya que lo último que deseabas era despertarlo luego de un día intenso. Buscabas con la mirada algún lugar que te sirviera de apoyo hasta colocarte de pie, ya que a cada minúsculo movimiento, proseguías a sentir ese típico dolor luego de pasar una noche subida de tono con Keigo.

Maldecías en tu interior por caer nuevamente en sus provocaciones y haber acabado así, pero al final de cuentas, eso no duraría mucho. Ya que de igual manera, esas noches eran inolvidables para ambos.

Al apoyarte sobre la mesa de noche, tomaste aire hasta colocarte de pie en el sitio. Te encaminaste hasta el baño luego de un par de quejidos saliendo de tus labios. Al llegar, observabas frente al espejo que adornaba esas cuatro paredes de color cristal, hasta encontrarte con pequeñas mordidas en tu cuello. Sabías que Keigo se preocupaba por no dejarte marcas duraderas en tu piel, ya que es consciente que no lo realiza para proclamarte como suya.

Pasabas las yema de tus dedos por las pequeñas marcas que lentamente desaparecían, hasta visualizar en el reflejo traspasar el cabello dorado de Keigo por la puerta. Te exaltaste por lo repentino que podía ser.

Clavaste una mirada muy fija en él, hasta que pasaban como estrellas fugaces algunos pensamientos que te llevaban a la conclusión, que aún con su cabello revuelto y sus alas esponjadas seguía siendo ese hombre atractivo de siempre.

—Bebé... ¿Qué haces aquí tan noche?—Preguntaba entre dientes con una voz aún más grave.

—Ouh, sólo necesitaba venir al baño.—Respondías gratamente.—¿Tú que haces fuera de cama?—.

—Escuché cuando te levantaste, con quejidos y todo.—Su ceño pasó a uno fruncido debido a la preocupación.—¿Qué tienes? ¿Necesitas algo?—.

—¡¿Ya no lo recuerdas?!—Interrogabas exaltada.

—Lo último que recuerdo, es haberte tenido debajo de mí cuerpo mientras tú lo disfrutabas—Respondía con picaresca al tallarse uno de sus ojos debido al cansancio. —Vamos pajarito. Sólo te recuerdo que tú te provocaste esto—.

—¡Por supuesto que no!—.

—Cuando estabas sentada en mí, tú ni siquiera te quejaste. ¿Sabes por qué lo sé? —Cortó los centímetros que los dividían a ambos hasta dejar cortos besos en tu cuello—Porque en la segunda ronda, tú fuiste la que quiso tomar el control mientras gemías mi nombre—.

Sus manos se apoderaban nuevamente de tu cuerpo, intentaba realizar un recorrido en tu abdomen hasta finalizar en tu busto. Mientras se enfocaba en realizar caricias con sus pulgares hasta escucharte pedir más.

—Si quieres puedo ayudarte a quitarte ese dolor que tienes, ¿qué dices? ¿Te ayudo con una tercera ronda?—.