╰☆╮Razón N°21.

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╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗☁️Te ayudaría con tu autoestima

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☁️Te ayudaría con tu autoestima. ☁️
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—Oye preciosa, ¿puedes hacerme un favor?—Pedía Keigo al observarte tendida en el sillón

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—Oye preciosa, ¿puedes hacerme un favor?—Pedía Keigo al observarte tendida en el sillón.—Vamos al dormitorio, quiero enseñarte algo lindo—.

Extendió su mano hacia tu dirección, en espera a que accedieras a ello. Cuando ambos se encontraban con sus manos entrelazadas, con delicadeza te brindó ayuda al levantarte del asiento, hasta encaminar hacia la habitación.

Keigo era observado con esa sonrisa de siempre, lleno de paz y tranquilidad mientras te sostenía en el camino. Al llegar finalmente, giró la manecilla grisácea de la puerta para abrirla en su totalidad.

—Pasa, cariño.—Decía con suavidad.

—¿Qué sucede, Keigo?—.

—Pronto lo sabrás—.

Se limitó a contestar tu interrogante de manera simple, hasta darte el pase a la habitación de manera ligera. Él proseguía a adentrarse a aquellas paredes de color miel luego de ti, hasta cerrar nuevamente la puerta que dividía el lugar. Tomó nuevamente tu mano con gentileza, hasta llevarte frente al espejo que permanecía a unos metros de ustedes.

Ese espejo era de tus favoritos, ya que habían ocasiones en las que sueles observarte de pies a cabeza y estar consciente de tu buen físico; sin embargo, existían también ocasiones en las que lo repugnabas por mostrarte tu mismo reflejo.

No había manera de explicarlo, simplemente era tedioso observarte de pies a cabeza y notar las imperfecciones que te rodeaban. Lo que no sabias, era que Keigo notaba tus expresiones negativas al observarte en éste. Siempre mantenía un ojo pegado a ti, sabía como leer la más mínima expresión de tu rostro como corporal, era consciente que no era tu fuerte el amarte a ti misma. Así que ese momento haría un total cambio en ti.

—¿Puedes verte?—Preguntaba al señalar tu reflejo.

—Por supuesto.—Decías luego de suspirar con pesadez.

—Quiero que te observes bien, y me respondas algo.—Llevó unos mechones detrás de tu oreja que caían en tu frente.—¿Tú te ves linda?—.

—Oh, vamos Keigo.—Decías con reclamo.

—Sólo responde, ánimo—.

Visuizabas tu reflejo y sólo notabas tu cabello desordenado, ojeras reluciendo debajo de tus ojos, esas líneas de expresión que no eran de tu agrado. Esas pequeñas pecas, esos lunares, lo pequeña o grande que puede ser tu rostro como nariz, no era algo que podías aceptar. Mientras que tu cuerpo era un sin fin de cosas que nombrar, simplemente no había comodidad del todo.

—No tendría porqué verme así.—Respondías su interrogante.—O al menos, yo no me consideraría así—.

—Ouh, ya veo.—Susurraba con poca ilusión.—¿Quieres saber lo que yo veo en ese reflejo?—.

Preguntaba al abrazarte por detrás, envolvía tu cintura con sus anchos y formados brazos, mientras colocaba su cabeza en tu cuello con el fin de inhalar ese olor agradable de ti.

—Yo no veo a alguien linda.—Respondió de golpe.—Yo veo a alguien perfecta. ¿Sabes? Es increíble escuchar como no puedes amarte a ti misma, yo sólo te veo y puedo asegurar que eres la mujer más hermosa de todas. Puedes decir que no tienes cuerpo de modelo, que no tienes el mejor rostro del mundo o una sonrisa envidiable, pero lo que yo veo, es simplemente lo más natural y perfecto de ti—.

Acariciaba tu abdomen en un vaivén, provocando leves cosquillas en esa zona. Besaba tu mejilla cada que podía, mientras sólo proseguía hasta conseguir observar una sonrisa en ti.

—Lo que yo veo en ese reflejo, es a mi pequeña y bella novia, a la que siempre me saca de lo más oscuro que a veces puede ser mi vida. Yo veo a aquella señorita que siempre sonríe al pensar en mí, veo a la mujer de mis sueños, a la mujer que me hizo amar por primera vez.—Retiró sus brazos en ti, hasta colocar su cuerpo frente a ti.—Eres perfectamente imperfecta. Eres el ser humano más bello y único. Simplemente eres tú—.

Llevó una de sus manos directamente a tu mejilla, acariciaba tu piel con el pulgar de arriba a abajo para sentir ese contacto gentil.

—Te amo tal cual eres, y tú debes amarte de la misma manera. Cada vez que te veas frente a un espejo, recuerda todas aquellas veces en las que has caído en esta vida y te has levantado, mira la mujer fuerte en la que te has convertido, y mira la mujer a la que yo amo.—Cortó la distancia de ambos hasta llevar un corto beso en tu frente.—Eres perfecta, con todo eso a lo que le llamas defectos, ¿de acuerdo?—.

—Eres perfecta, con todo eso a lo que le llamas defectos, ¿de acuerdo?—

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Basta, ¿por qué diablos no existe?

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Basta, ¿por qué diablos no existe?

━❝𝗖𝗜𝗡𝗖𝗨𝗘𝗡𝗧𝗔 𝗥𝗔𝗭𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗔𝗠𝗔𝗥❞ ፧ 𝗞𝗘𝗜𝗚𝗢 𝗧𝗔𝗞𝗔𝗠𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora