27. Respuestas

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Sí, ambos paraban más dormidos que despiertos en aquel lugar; (Tn)______ se había fijado en ese tiempo cómo también se llevaban al rubio para hacer Dios sabe qué con él. Sin embargo, también se había fijado que su cuerpo había cambiado, sabía que había algo diferente con ella, pero no quería sacarlo a relucir, no les daría esa victoria a los Donquixote.

En ese tiempo solo había conocido a tres de ellos, sus recurrentes torturadores; Monet, Sugar y Pink, aunque este último no le hiciera algo, tampoco hacía nada o mostraba compasión por ella. Ya había perdido la cuenta de cuántos cuchillos o agujas le habían incrustado, de cuantos shocks eléctricos le causaban, o lo último, y el favorito de Monet, rociarle con un maldito lanza llamas.

Una vez intentó saltar sobre la mujer rara y arrancarle la cabeza, pero solo logró que esta le clavara las garras en su espalda y le mordiera en el hombro. Tenía que ser más astuta que eso, aunque su mente ya no estaba del todo cuerda, había perdido esperanza, y había perdido razón; no sabía como Sabo aún se podía mostrar gentil con ella, cuando ella a las justas había empezado a tolerarlo. Su mente estaba fraccionada y sentía que ya no quedaba nada de la dulce joven que cantaba todas las mañanas en el mercado y encandilaba a todo el pueblo; como extrañaba sentirse libre junto a Inti, pasaban penurias y algunos días hambre, pero nada como esto.

Aunque ahora que lo pensaba, esa joven había sido tan ingenua como para enamorarse rápidamente de alguien que ni siquiera sabía quién era, de alguien que ni siquiera sabía su pasado o su nombre, ni siquiera sabía si él era así siempre; por lo que le dijo la... ¿Por qué todos los que habían arruinado su vida eran peliverdes?, se preguntó recordando Hiyori; cuando ella le dijo que Zoro le había dicho que la amaba antes. No, ella no era un caso especial para el espadachín, solo había sido un tropiezo en el camino de sus sueños, y el ser su estorbo, le había costado caro.

- ¿Estás bien? - preguntó Sabo cortando sus pensamientos.

- Solo mi cabeza loca dándome vueltas - contestó sin mirarlo - ¿Cómo es que te mantienes cuerdo?

- Bueno, para ser honesto - suspiró - a mí no me hacen ni la mitad de lo que te hacen a ti.

- Eso explica mucho.

- Además de que - la cortó - confío en mis nakamas y sé que vendrán por mí.

- Que genial que creas ello - sonrió irónicamente.

- Si ellos vienen, te llevaré conmigo - prometió.

- No - cortó rápidamente - no hagas promesas, y si así lo fuera, no quiero salir de aquí.

- ¿Por qué no quieres? - preguntó sorprendido el rubio.

- Porque al único lugar que quisiera ir es a dónde esta mi hija.

- Pues te llevaría con ella.

- No quiero.

- Pero...

- Sabo - lo cortó - de verdad deseo matarte - pausó - siento que hay muchas voces en mi cabeza que desean que todos los que están aquí mueran aplastados y yo morir con ellos; no estoy cuerda, y la única parte razonable de mí, se alegra de que mi hija este a salvo - una lágrima traicionera salió de sus ojos - porque yo ya no estoy apta para cuidarla - siguió con su mirada perdida en la nada y deseando que eso acalle al rubio por ahora.

- Si quieres proteger a tu hija de ti, porque crees estar loca; eso quiere decir que hay una parte de ti por salvar.

- Ya cállate - cortó la mujer, para recostarse en la pared húmeda, mientras dejaba que otra lágrima se asomara en su mirada inexpresiva, porque de verdad deseaba que lo que dijera el rubio fuera verdad; que aún había parte de ella que salvar. Pero el ver la marca de agujas en su muñeca, sabía que ya no había vuelta atrás.

Lost (Zororo Roronoa x Reader)Where stories live. Discover now