PRÓLOGO

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Fuego

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Fuego.

Lo primero que pudo ver fue el fuego.

Como el inicio de un universo que fue superior a él, absorbiendo la luz en su camino y dándole vida y forma a todo lo existente.

Fuego.

Lo primero que vio al salir del Palacio Púrpura, consumiendo todo a su paso como si no hubiera otro camino, como un demonio destruyendo lo más puro de su mundo, los recuerdos de su infancia consumidos hasta convertirse en cenizas, tal como los cuerpos de las personas que había amado, aquellos que le dieron un lugar.

Sangre.

Lo primero que vio entre sueños fue sangre.

Aquella que circulaba en sus venas y arterias, bombeándose en su corazón para sobrevivir, la misma sangre que bañaba su figura, vestida en un color opuesto a lo que debía, manchando la estatua de aquel dragón que vio entre sueños, la misma estatua que vio alguna vez en Meishan Yu que un día abuela Yu le mostró.

Sangre.

La misma sangre que ahora bañaba sus manos, aquella que había desangrado del cuerpo de sus enemigos por el único fin de la venganza. Como una bestia que buscaba sobrevivir en un campo de batalla entre mil demonios, podía sentir entre sus manos la sangre fluir gota a gota entre cada línea de sus palmas, sobre las cicatriz creadas por las heridas dejadas por aquella corona de oro.

La corona de una arpía, un cruel demonio disfrazado de humano.

La bestia que mató a sus padres.

La bestia que lo había perseguido por mucho tiempo.

Sangre.

Roja y espesa, a veces más oscura de lo normal, a veces más clara, en otras ocasiones la pigmentación era diferente, pero siempre era lo mismo.

Sangre.

Sangre.

Sangre.

¿Cuántas veces sus manos se habían manchado de sangre?

¿Cuántas veces pudo sentirla sobre las fibras de su ropa, sobre su rostro y sus palmas, sobre su cabello negro y sobre la carne viva de su pecho?

Aquella carne, aquella piel que en el momento en que un sol falso se posó sobre ella y quemó la carne de una presa lista para ser devorada por una bestia, le recordó al pasado.

Carne.

Como la carne de sus enemigos, fresca y tibia como un corazón recién extraído del pecho, aun conectado con las arterias bombeando la sangre acelerado ante el terror formados por el peso de la experiencia y la memoria, como la suave sensación entre sus mandíbulas y dientes, los colmillos desgarrando, la carne fresca deleitando las papilas gustativas y la sangre escurriendo entre sus fauces.

El Omega y el Emperador: Segunda Parte(Fanfic XianWang)Where stories live. Discover now