Extra I

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Bienvenida sea las panterita cafés.

¿Hablamos de que llegamos a los 50k ? Lloro.

Un año y ocho meses después.

Agarró su tazón vacío embarrado de aguacate y mango, volvió a levantarse de su hamaca y caminó hacia la pequeña refrigeradora indispensable en su choza.

Estaba hambrienta, un monstruo desastroso ordenaba a su estómago agrandarse para que más comida lo llenara.

Tomó los cubos de mango del congelador y luego peló el aguacate para cortarlo en cubos de la misma forma, los vertió en su tazón; miró su comida pensativa.

¿Debería agregarle crema batida o limón con sal?Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Algo salado quedaría bien. Su boca se hizo agua en pensar en el cítrico del limón fusionado con la sal.

¿El problema? Los limones de su canasta se habían terminado, y sal no había en los estantes. Pero eso tiene solución.

Corrió hacia el estante y agarró su celular para hacer una llamada especial. No era necesario buscar su contacto, él estaba fichado como primera opción.

Apretó el botón para llamarlo.

Primer tono.

Segundo ton...

— Vida mía — Ela sonrió al escucharlo suspirar y sobre todo, que él contestara de inmediato — ¿Quieres que vaya para allá? — lo escuchó recostarse en su silla.

¿Cómo anda el macho más sexy de todo el continente? — se llevó un mechón a su nariz para olerlo y jugar con su lengua con las puntas que guindaba.

— Ja, ¿solo del continente?

— No, de dos continentes solamente.

Él rio entre dientes, escuchó sus pasos sobre el piso a través de la llamada, se había levantado.

— ¿Necesitas algo, mi gatita?

— Tal vez... — movió sus pies hacia atrás y hacia delante, juguetonamente.

— ¿Sí? — ahora él bajaba las escaleras.

— Me preguntaba si tal vez podrías... no sé... — se encogió de hombres — Agarrar unos limones del árbol, me he quedado sin nada de ellos.

Silencio. Pero conocía a su macho para saber que él estaba sonriendo y que no se iba a oponer a nada que ella pidiera.

¿Sabes que puedes gritar, que yo estaré contigo lo más rápido posible? Ya te lo he dicho muchas veces, Elaine.

Ella rodó los ojos, no le gustaba que él la llamara por su nombre, "mi gatita" sonaba mejor o "dulzura" ¿Cierto?

— Lo sé, pero me gusta ver el nombre de "Esposo" cada vez que te llamo, ¿quejas?

— No, hace más emocionante mi "búsqueda" hacia ti.

— ¡Ven rápido que tengo hambre!

— Lo que mi esposa me pida, estaré allí en dos minutos.

— ¿Sabes cuánto te amo? — sintió su pecho oprimirse, ¿cómo podía tener a un macho tan perfecto como él?

— Creo que se me olvidó las treinta y seis veces que lo dijiste esta mañana.

— Que sean treinta y siete. Te amo.

— Y yo a ti, te amo.

Ela colgó, se llevó el celular a su pecho y sonrió. Que feliz era.

PIANDRAWhere stories live. Discover now