Jackson, la sirena que abandonó todo para buscar la cura de su letal maldición antes de que esta lo destruya.
Taehyung, el Taoxiû que deberá enfrentar un largo proceso de sanación y aceptación para poder ser el Dios terrenal.
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JACKSON'S POV
¿A qué nivel puede llegar el masoquismo de una persona como para volver al mismo lugar donde lo lastimaron a un nivel inimaginable? Quizás esa era la razón por la que no era un humano común. Quizás tenía fe de que si curaba mis heridas en aquel lugar donde todo inició podría sanar desde raíz esas lesiones que aún no era consciente de sus existencias. O quizás, solo había vuelto con la esperanza de que Taehyung no me encontraría; estaba seguro que Ananta sería el último lugar que pasaría por su cabeza como mi destino final, y eso podía darme tiempo, además, tenía esperanza de que el inmortal iba a respetar mi decisión y aguardaría a que fuera yo quien diera el primer paso a nuestro reencuentro.
La decisión de volver me tomó varios días en reconsideración, y no mentía. Estaba muy ansioso, temía que los recuerdos que dejamos allí en nuestra huida años atrás aún siguieran vigentes y tuviera que escapar de nuevo a costa de eso. Temía que me negaran la entrada por el gran disturbio nacional que causé, y a pesar de que había pasado más de una cincuentena el que mi nombre estuviera en la lista negra podría ser una posibilidad que no podía descartar. Así que cuando descendí del avión en Perenne esa mañana, estuve alerta a cualquier posibilidad de lo que podía ocurrir. Y como lo supuse, apenas revisaron mi pasaporte y leyeron mi nombre fui llevado a interrogatorio.
Revisaron mi maleta mientras me bombardeaban con preguntas referente a mi regreso al país. Y cooperé, ya que llevaba varias horas sentado y el cansancio me hacía mirar ese viejo reloj frente a mí cada cinco minutos. La noticia de mi llegada llegó a los oídos de la embajada como al mismo presidente. No exageraba, solo bastaron unas cuantas horas para que uniformados con traje y lentes oscuros aseguraran el lugar donde me encontraba antes de dejar entrar al susodicho dejando paralizados a los guardias que me retenían, y quienes pensaba que era algún tipo de narcotraficante o terrorista. Y no iba a negarlo, fue divertido ver sus reacciones, por lo que mantener mi rostro inexpresivo fue una tarea bastante difícil.
El hombre de mediana edad con algunas canas en su peinado cabello recorrió el lugar saludando personalmente a cada persona que se encontraba presente, siendo seguido por sus guardaespaldas que inspeccionaban cada centímetro de la oficina. Cuando llegó frente a mí se tomó unos largos segundos en examinar mi rostro para finalmente dedicarme una amplia sonrisa.
—Jackson Wang, he escuchado mucho de usted —me habló en inglés, por lo que me levanté e hice mi venia—. Su nombre pasa de presidente a presidente cada elección. No le miento, no pensé que viviría un acontecimiento tan memorable como para conocerle en persona.
—No diga eso, me hace quedar como un héroe cuando pasó todo lo contrario en mi estadía —respondí en antonés, sorprendiendo a todos los presentes quienes se miraron entre sí.
—No sabía que hablara nuestro idioma —comentó el presidente sin ocultar su sorpresa. Por lo que sonreí avergonzado por la atención que estaba recibiendo.
