Jackson, la sirena que abandonó todo para buscar la cura de su letal maldición antes de que esta lo destruya.
Taehyung, el Taoxiû que deberá enfrentar un largo proceso de sanación y aceptación para poder ser el Dios terrenal.
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Para Jackson ese día fue bastante animado a pesar de la culminación de su labor con la serie, volvió a su labor en la edición de pequeños cortometrajes y videoclips musicales, sin embargo, la experiencia de haber trabajado en un proyecto tan importante no solo lo hacía sonreír cada que lo recordaba, sino también le llenaba de orgullo el haber participado en él y haber dado lo mejor de sí. El drama estaba teniendo buen recibimiento de manera nacional como internacional y eso no solo emocionaba a la sirena, de igual manera a aquellas personas que como él eran nuevos en participar en un trabajo tan grande y con grandes del cine de toda Ananta.
La mañana estuvo bastante ocupada por lo que apenas el castaño tuvo tiempo para tomarse un descanso esa semana, ante eso sus jefes acortaron su agenda a mediodía por esta razón después de almuerzo la sirena ya estaba regresando a su vereda sintiéndose extraño al volver a esta cuando ya se había acostumbrado a volver a su condominio a altas horas de la madrugada. La idea de pasarse por la casa de playa de su familia pasó por su cabeza, pero recordó que estos no se encontraban por asuntos de trabajo. Entonces sintiéndose aburrido por tener mucho tiempo libre entró a su hogar y se deshizo de sus prendas para tomar una ducha. Se preparó algo sencillo para almorzar y comió en silencio frente a su televisor mientras veía una película al azar que se encontraba en la página de inicio de las opciones de Netflix.
A medida que la película fue avanzando el silencio en el apartamento se hizo más espeso por poco ahogando el sonido de la TV, los latidos del corazón de Jackson se hicieron constantes prácticamente opacando el constante tic-tac del reloj que se encontraba cerca de la cocina y aún así podía escucharse desde su ubicación, a medida que pasaban los minutos el sudor frío empezó a deslizarse por su sienes y espalda poniendo sus vellos en punta por lo que se removió incómodo dejando los trastes vacíos en la pequeña mesa de vidrio que tenía como centro de decoración en su sala.
Era bastante extraño que estuviera sudando de esa manera cuando sentía como el calor abandonaba su cuerpo dejando una helada e invisible sabana de hielo cubriendo sus tensos músculos.
«¿En qué momento la temperatura había descendido?», se preguntó la sirena, imaginando su casa se trasportó al polo norte, se preguntó si su calefacción se había averiado y trató de sacar cualquier excusa coherente para darle explicación a sus síntomas. Malestar que ya sabía su origen.
Debido al desasosiego latente en la sirena, esta tardó en darse cuenta que esos eran los primeros síntomas que su maldición estaba de regreso cuya intensidad era incapaz de ser medida con palabras, así que no le sorprendió cuando el sabor y olor de la sangre llegó con prontitud hacer acto de presencia, su vista se tornó borrosa a medida que se intentaba arrastrar al baño ya que sus piernas se habían dado de acta y sintió sus músculos tensarse en dolorosos calambres que casi le hicieron gritar de dolor. Sus oídos estaban demasiado aturdidos como para escuchar la manera en que su desespero causaba que algunas decoraciones cayeran de su sitio rompiéndose en el acto, la escandalosa sangre hizo que la escena que dejaba atrás fuera tan espantosa como un escenario criminal cuyo resultado final era la toma de una vida. No estaba muy lejos de la realidad, ya que si el castaño no se apuraba quizás sería la última vez que lucharía contra la maldición.
