Capítulo 2 - Preocupación.

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personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos creadores.


-no tienes que hacer eso humano idiota.- ella comentó indiferentemente ante esa declaración. -eso es una clara mentira, además, es solo una trampa de los demonios para encontrar a los siete pecados capitales.- aburridamente explicó, el atardecer se hacía próximo, la luz naranja se filtraba por la ventana donde reposaba anunciando el fin del día.

-¿demonios?, ¿pecados capitales?.- pudo notar como se esforzaba al pensar en ello, rascaba su barbilla mientras que mirando al suelo trató de comprender sus palabras. -pensaba que los demonios solo era un mito de la gente al igual que las hadas y los gigantes.- razonó, un seño de molestia se notó en la diablesa.

-¿cómo dices eso?, ¡los demonios no somos un mito!.- inmediatamente en desacuerdo habló a la ignorancia del joven.

-bueno... la verdad nunca he visto nada de eso, ni mucho menos pensé que meláscula-chan sería un demonio.- exclamó bastante asombrado por la declaración. en ese momento la chica se preocupó pues indirectamente había dicho su origen.

-ha-hablas como si nunca hubieras visto un miembro de otra raza.- tratando de olvidar sus palabras mencionó aquello, en realidad sería tonto creer que no habría especies distintas de los humanos, podría considerarlo si se trataba de los demonios, pues ellos estuvieron encerrados más de tres mil años, pero lo otro era una ridiculez.

-la verdad nunca he visto por aquí un gigante o un hada, ni mucho menos a uno de esos demonios.- declaró, aunque de donde él venía era muy posible que existieran esas cosas, no evitó pensar en la vez que se enfrentó al demonio en su niñez, aunque eso no contaba. -tú eres la primera demonio que veo por aquí.- señalando aclaró la situación, ella desvió la mirada, no es como si se sintiese feliz por eso.

-como sea, ir allá solo significaría tu muerte, no seas tonto.- aclaró, pero el joven se mantuvo leyendo el papel que en sus manos tenía, si bien podía ganar el torneo podría pedir que curen a la chica, pues por el estado en el que se encontraba si que lo necesitaba con urgencia, pero el anhelo de regresar a su mundo pasó fugazmente por su mente, tal vez y solo tal vez podría pedir regresar a casa.

-bueno melascula-chan, el almuerzo estará listo pronto.- guardando el objeto ofreció una cálida sonrisa a la chica que flotaba sobre su oscuridad, en un movimiento delicado tomó la mano de la diablesa. -además  hay que cambiar las vendas otra vez.- dijo después, tal amabilidad pudo haber causado un rubor, pero mientras no tenga piel viva sobre ella nunca podría saberse si fue de esa manera.


-preparas la carne muy delicioso, qué clase de animal es esto?.- bastante curiosa hablaba, no haber probado nada durante tantos años habrían agudizado su paladar.

-es carne de cerdo, en el pueblo venden los mejores filetes, aunque en el bosque cercano hay animales igual de ricos.- explicó, palabras que poco o nada entraron en la mente de la diablesa que podría decirse su boca se hacía agua con cada bocado que daba, despreciaba la comida humana y ahora no podrían reconocerla si la viesen.


-bien, espero que no tengas tanta hambre ahora.- bajo el marco de la puerta habló a la dama que sentada en su cama le miraba. -iré a dar un vistazo a los cultivos, no tardaré mucho, si llegan esos sujetos otra vez no dudes en gritar, estaré aquí cuanto antes.- informó, se marchaba pero no sin antes asegurarse de que la chica estuviese cómoda sobre su cama.

-si, si, ya te escuché humano, solo lárgate y déjame en paz.- bastante aburrida dijo, aunque se sentía mal por no tener a ese siervo que complazca y le esté atendiendo, hasta que al fin salió de la casa

Amor Entre Mundos DistintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora