Palos y piedras

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Durante unos segundos, Elrohir no pudo hacer nada más que mirar el agujero que había aparecido tan repentinamente frente a sus ojos. Con el curioso desapego que solo la conmoción podía traer, observó cómo guijarros y pequeñas piedras se escurrían por los lados de la grieta, luciendo casi como agua corriente ante sus incrédulos ojos. Si el elfo hubiera estado un poco más tranquilo, habría reconocido su peculiar estado como una conmoción, pero en ese momento la parte de su cerebro que funcionaba normalmente estaba bloqueada.

Los agujeros simplemente no aparecían de la nada - decidió con extraña claridad unos momentos después. No era un enano y, por lo tanto, no era un experto en el funcionamiento y el accionar de las piedras y las rocas, pero estaba razonablemente seguro de ese hecho - Bueno, tan razonablemente seguro como podría estarlo un elfo aferrado a duras penas de una ladera.

Fue entonces cuando el tiempo pareció acelerarse de nuevo y la parte más razonable de su cerebro se despertó repentinamente, al mismo tiempo que su habitual tranquilidad se desintegraba en menos de medio segundo. Antes incluso de saber lo que estaba haciendo, avanzó en la dirección donde los arbustos habían estado solo unos momentos antes, con sus dedos luchando frenéticamente por agarrarse de las ásperas y afiladas rocas.

"¡Elladan!" - el grito salió de sus labios sin que se diera cuenta - "¡Elladan!" - Las implicaciones de lo que acababa de suceder cayeron sobre él, y su miedo creció aún más, algo que había considerado muy improbable - "¡Estel! ¡Legolas! ¡Elladan!"

No se podía escuchar nada más que los sonidos de las piedras que seguían cayendo, y sin la menor consideración por su propia seguridad, el gemelo de cabello oscuro avanzó, agarrando rocas, raíces, tierra y cualquier otra cosa que ofreciera el más mínimo soporte. Elrohir ni siquiera se dio cuenta de que gritó los nombres de sus hermanos y amigos mientras se apresuraba a llegar hacia el borde del agujero, y cuando finalmente lo hizo, estuvo a punto de caerse.

"¡Elladan! ¡Estel!" - llamó de nuevo, logrando agarrar justo a tiempo una raíz que aún sobresalía - "¡Legolas! ¡¿Me escuchan?!"

No hubo respuesta, y la pequeña y razonable parte de él notó cómo su miedo, lenta pero indudablemente, se convirtió en pánico. Esto no estaba sucediendo - repitió para sus adentros - ¡esto no podía estar sucediendo! - Pero no importó cuánto luchó por ignorarlos, los oscuros recuerdos de lo que había sucedido hace más de trescientos años resurgieron dentro de él como una nube maliciosa.

El destino, al parecer, realmente poseía un sentido de la ironía, porque trescientos años atrás había sido él quien se había caído por un acantilado. Solo en sus horas más oscuras había podido imaginar lo que Elladan debió haber sentido en ese momento, y ahora más que nunca lo entendía de verdad. La visión del cuerpo destrozado y cubierto de sangre de su hermano apareció en su mente a pesar de sus mejores esfuerzos, y dejarlo a un lado como producto de su imaginación poco ayudó en algo. Fue reemplazado rápidamente y sin problemas por nuevas imágenes de los cuerpos de Aragorn y Legolas en la misma condición o incluso peores, y eso de ninguna manera lo tranquilizó.

Poco antes de que el pánico pudiera convertirse en algo aún peor, el gemelo elfo cerró los ojos por un segundo y se obligó a calmarse. Perderse en un pánico sin sentido no ayudaría a nadie en este momento, y menos a sus hermanos y a Legolas. Lo único en que lo ayudaría sería caer también en este agujero que ya había atrapado a Elladan, Legolas y Estel.

"¡Estel!" - volvió a llamar el elfo mientras comenzaba a moverse con cuidado alrededor de los bordes del precipicio, con la intención de encontrar un lugar donde pudiera comenzar a descender. Sabía que el agujero tenía que ser profundo ya que sus ojos no podían perforar la oscuridad sin importar cuánto lo intentara - "¡Elladan! ¡Si no me respondes ahora, te haré algo completamente horrible!"

Un mar de problemas (Libro 06)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora