Segundos pensamientos

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Nunca se había dado cuenta antes, pero hacer fuego con un palo podía ser muy divertido.

Elvynd inclinó la cabeza hacia un lado, a pesar de que sus ojos no dejaron de observar las llamas parpadeantes frente a él. Ese había sido un pensamiento más característico de Isál que de él mismo, al menos eso era lo que se permitía creer. Isál siempre había sido el más extraño e impulsivo de los dos, mientras que él era un elfo maduro y sensato. Una pequeña parte de su mente comenzó a reír a carcajadas ante eso, e hizo todo lo posible por ignorarla. Por otra parte, tal vez Isál se había contagiado de él durante los últimos 2000 años. Aquello explicaría bastantes cosas ahora que lo pensaba.

Con un pequeño suspiro, el elfo de cabello oscuro abandonó ese rastro de pensamientos y regresó a su ocupación anterior, es decir, pinchar la fogata con un palo que había encontrado a su lado. El palo ahora era considerablemente más corto de lo que había sido, pero aún se podía usar.

Una parte de la delgada madera se estaba convirtiendo en cenizas en una pequeña nube de humo, y Elvynd dio otro suave suspiro. No quería estar aquí. Realmente no lo deseaba. No era que no apreciara a sus compañeros, o que no le agradara Lord Erestor, ya que sorprendentemente, sí lo hacía, pero Isál le agradaba mucho más. Y la idea de que su amigo enamorado estuviera solo en Imladris sin nadie más que los hijos de su señor y el príncipe Legolas como compañía era ... angustiante.

Otras personas lo habrían llamado aterrador - reflexionó en silencio - No había forma de saber qué haría Isál, especialmente con los gemelos, Estel y ese elfo del bosque susurrándole ideas al oído - Elvynd se estremeció casi imperceptiblemente - ¿Por qué había aceptado venir en primer lugar? Podría haberle dicho a Lord Elrond que estaba ocupado, que había olvidado todo lo que sabía sobre Aberon, o ...

"No creo que esto sea un buen augurio para ninguno de nosotros" - comentó una voz junto a él en voz baja - "Y temo decirte esto, pero pinchar el fuego no logrará nada en absoluto, solo perjudicará al palo".

Elvynd hizo todo lo posible por no mostrar su sorpresa, a pesar de no haberse alarmado demasiado. No había vivido tanto tiempo dejando bajar la guardia en territorio desconocido, ni siquiera cuando había apostado vigías y estaba seguro de que no había visto ningún signo de otro ser consciente en los últimos dos días. Sabía perfectamente bien que la única persona que podía haber dicho estas palabras era Lord Erestor y, sin embargo, el consejero de cabello oscuro había logrado sorprenderlo. Era bueno en eso.

Después de lo que consideró una cantidad de tiempo adecuada, el joven capitán se giró hacia un lado y le dio al elfo de rostro sereno junto a él algo que esperaba que fuera una mirada tranquila.
"¿Perdón, mi señor?"

"Su hábito de pinchar unas cuantas llamas perfectamente inocentes es bastante desconcertante, Capitán" - Elvynd no estaba completamente seguro, pero en la tenue luz que la fogata proyectaba sobre los rasgos del otro, parecía como si una sonrisa estuviera al acecho en sus ojos - "Tendría cuidado si fuera tú" - agregó Erestor - "Las llamas podrían saltar".

Un mar de problemas (Libro 06)Where stories live. Discover now