Cerca, muy cerca

46 2 60
                                    

En otras circunstancias, Erestor incluso podría haber admitido que Aragorn era realmente un buen maestro: paciente, tranquilo y dispuesto a explicar lo mismo una y otra vez si era necesario. En este momento, sin embargo, no estaba dispuesto a admitir tal cosa, especialmente porque estaba molesto, adolorido y a solo un paso de estrangular a la próxima persona que le dijera algo como 'no te preocupes e inténtalo de nuevo' ..."

Sabía que para poder forzar una cerradura se necesitaba mano firme y mucha práctica y que por el momento no poseía ninguna de las dos cosas, pero eso no facilitaba el asunto. Estaba perdiendo rápidamente lo que le quedaba de paciencia y autocontrol, y temía el momento en que finalmente desaparecieran. Ya tenía suficientes problemas; lo último que necesitaba ahora era que los dos jóvenes presenciaran algo así.

La fina pieza de metal con la punta cuidadosamente curvada se movió de su posición prevista por millonésima vez, y Erestor tiró de esta hacia atrás con una maldición que ni siquiera debería saber y que sin duda habría hecho que Glorfindel se sonrojara furiosamente.
"No lo digas" - le dijo sombríamente a nadie en particular - "No lo digas".

Aragorn le dirigió algo que, en circunstancias normales, se podría haber considerado una sonrisa.
"Espera un momento antes de volver a intentarlo" - le aconsejó al elfo de cabello oscuro - "El mecanismo es simple, especialmente con cerraduras como estas, pero se necesita práctica, mucha, mucha práctica. No te preocupes e ..."

"Si valoras tu vida, penneth, no digas 'inténtalo de nuevo' ..." - replicó Erestor, obligando a su mano izquierda a tomar de nuevo la pequeña herramienta - "Y ni se te ocurra decir 'lo estás haciendo bien', porque sé que no es verdad".

"Sí lo es" - le aseguró Aragorn al elfo de cabello oscuro - "Todavía puedo recordar vívidamente la primera vez que traté de forzar una cerradura. Digamos que no salió bien".

"¿Por qué?" - preguntó Legolas, mirando torpemente por encima de su hombro. Estaba sentado de espaldas a Aragorn y al consejero de cabello oscuro, permitiendo que Erestor trabajara en las cadenas que ataban sus manos detrás de su espalda - "¿Qué hiciste?"

"Nada" - Aragorn casi se encogió de hombros, pero recordó justo a tiempo que pasaría si hacia ello por lo que se conformó con levantar ambas cejas - "Bueno, en realidad sí. Digamos que practicar en tu propia puerta es una elección un poco dudosa"

"Te encerraste" - dijo Legolas con total naturalidad - "¿No es así?"

— "Fue un accidente" —protestó el hombre, conscientemente evitando mirar los intentos de Erestor por forzar las cadenas de Legolas. Sabía que Erestor era consciente que lo estaba observando, pero era lo suficientemente educado como para fingir que no - "Preferiría no hablar de eso. Los gemelos se burlaron de mí durante semanas, y Glorfindel no se quedó atrás".

"Ojalá pudiera estar más sorprendido" - comentó Erestor sombríamente, maldiciendo los temblores que recorrían su mano izquierda de vez en cuando.

Sabía lo que tenía que hacer, sabía que necesitaba encontrar los pestillos dentro de la cerradura y levantarlos con la improvisada herramienta que había creado minuciosamente durante la última hora, pero hacerlo no era tan fácil como parecía. Empezaba a sospechar que Glorfindel tenía mucha más paciencia de lo que le daba crédito; tenía que tenerlo si había enseñado una actividad tan monótona y que consumía tanto tiempo a un joven que no era precisamente conocido por su paciencia.

"Sí, a veces puede ser bastante molesto" - admitió Aragorn, notando por el rabillo del ojo que los movimientos del elfo parecían más practicados y fluidos. La ganzúa también parecía estar siendo utilizada de forma correcta, pero el hombre sabía que no debía prestar atención ni comentar al respecto - "Pero es un buen maestro. Uno de los mejores que he tenido".

Un mar de problemas (Libro 06)Where stories live. Discover now