Un mar de problemas (Libro 06)

Lo que sucede alrededor

Legolas no era ajeno a la confusión.

Había estado en situaciones en las que nada ni nadie había tenido el más mínimo sentido. La mayoría de dichas situaciones habían sido durante los últimos años, más precisamente desde que conoció a Aragorn; la confusión era simplemente un subproducto de pasar cualquier cantidad de tiempo con él.

Justo ahora, sin embargo, no estaba simplemente confundido. También estaba completamente incrédulo y cerca de creer que él o uno de sus antepasados ​​le había hecho algo terrible a alguien muy importante en una vida anterior, muy probablemente a uno de los Valar. Realmente no sabía qué podría haber sido, especialmente considerando que, hasta donde él sabía, no tenía ancestros Noldor, pero debió haber sido algo realmente horrible.

Tomando una respiración profunda, cerró brevemente los ojos antes de abrirlos con cuidado de nuevo, notando que Aragorn también estaba mirando al recién llegado con los ojos tan abiertos que estos estaban en serio peligro de salirse de sus órbitas. Cuando la escena frente a él no cambió en lo más mínimo unos segundos después, tuvo que admitirse a sí mismo que esto era real y no una especie de ilusión.

Aparentemente, el objeto de su escrutinio asombro estaba superando una especie de leve conmoción, pero a juzgar por la sonrisa que lentamente comenzó a extenderse por su rostro, estaba aceptando con rapidez la nueva situación.

"Bueno, bueno, bueno" - dijo arrastrando las palabras el hombre de cabello oscuro, dando un lento y lánguido paso hacia adelante para escudriñar a sus cautivos - "Si no es este el elfo del bosque y su pequeño amigo montaraz. ¿Dónde está tu otro compañero elfo, el del cabello plateado?"

Legolas levantó una ceja y miró fijamente al capitán, pero rápidamente decidió no responderle. Si el hombre seguía siendo la misma persona que había sido hace cinco meses, sabía que disfrutaría la posibilidad de poder usar un acto de desafío como excusa para lastimar a Aragorn o a él. Por otra parte - decidió - probablemente ni siquiera necesitaría ningún tipo de pretexto para hacer algo así.

"No lo sé" - se encogió de hombros tan despreocupadamente como pudo, tratando de parecer lo más despistado posible, algo que no fue tan difícil. Realmente no tenía la menor idea de dónde estaba Celylith en ese momento. Si tuviera algo de instinto de supervivencia, estaría en algún lugar seguro y lejos de aquí - "¿Dónde están las docenas de secuaces sin sentido común que solían acompañarte a todas partes?"

"Afuera" - comentó Aragorn con ironía, aparentemente habiendo recuperado la capacidad de hablar - "Están en uniforme esta vez, pero aparte de eso, no hay diferencias significativas".

Sorprendentemente, Gasur no parecía enojado en lo absoluto y solo sonrió, siendo aquella sonrisa la de un hombre cuyo deseo más ansiado acaba de cumplirse.
"Por un momento, no estaba seguro de si realmente eran ustedes dos, pero ahora todas mis dudas se han ido".

"Me alegro de que podamos ser de utilidad" - Legolas le sonrió al hombre de cabello oscuro con una alegría que no sentía en absoluto. Hace cinco meses este hombre había sido un psicópata cuyo único objetivo en la vida parecía haber sido matarlo a él y a sus amigos, y ahora mismo tenía la clara sensación de que no había visto el error de sus actos o había cambiado de manera significativa.

Gasur se alejó de ellos, ignorando a los dos prisioneros, y le dirigió a Reod una mirada que casi habría hecho arder el cabello del otro.
"Estos dos son míos".

"De hecho" - dijo con cuidado el hombre de cabello castaño, mirando a Gasur como una serpiente a punto de atacar - "creo que, técnicamente hablando, pertenecen a nuestra señora".

"¡Son míos!" - Gasur siseó al otro capitán, acercándose a él de una manera que le recordó a Reod a un depredador acechando para matar - "¡Tú sabes tan bien como yo que nuestra señora no me negará esto! ¡De todos modos van a morir, y no supondrá la menor diferencia para ella ni para nadie más cuándo y cómo será eso!"