24

1.3K 134 13
                                    

Marcela Pov

Inspeccionaba el local como todos los días, hasta que mi mirada cayó en una de las mesas, se trataba de Alejandra la amiga de Andrea su eterno amor, no podía olvidar que las escuché hablar, y palpé el dolor de Andrea por no estar con ella, quizás necesitaba saber eso para ya no pensar en ella, aunque parecía imposible.

Cuando intenté quitar mi mirada, Alejandra se dio cuenta de mi presencia y me alzó la mano, no me quedó de otra que acercarme a saludar.

—Alejandra, gusto en verte—saludé educadamente.

—El gusto es mío, disculpa por no haber venido antes, pero, he estado demasiado ocupada. Sin embargo, tuve un pequeño respiro vine por mi droga favorita—sonrió, bebiendo un poco de su café.

—No te preocupes, me alegra que nuestro café sea uno de tus favoritos

—Es excelente, ¡dios! Deberías pensar en tener delivery, sería una de tus clientas fieles— sugirió.

—En realidad sí tenemos—admití.

—En serio, eso me pasa por no preguntar antes, lo que me he estado perdiendo—se lamentó— y ¿cómo van las cosas con Andrea? —preguntó directamente.

—Pues bien, vivo en su departamento todavía, seguro ya te haya puesto al tanto—no quería sonar molesta.

—Sí, me contó, no es difícil vivir con ella—indagó. Por qué esta tan interesada.

—No, por nuestras ocupaciones no nos vemos mucho.

—Y esa tipa no ha vuelto a aparecer, si lo hace estará en problemas con nosotras—¿nosotras?

—Después que se le entregó el dinero no ha vuelto. Y disculpa, ¿quién "nosotras"?

—Andrea y yo, la verdad desde que te conocí te me hiciste una mujer encantadora, y sé que eres ideal para Andrea, aunque ella sea una cabezona—sonrió. No estaba entendiendo nada.

—Andrea y yo, eso es imposible y tú sabes por qué—resople. No sabía si quería jugar conmigo.

—Andrea siente cosas por ti, estoy segura, solo está confundida, no quiere soltar su pasado, a mí, pero lo nuestro no puede ser, yo siento cariño por ella, pero no estoy enamorada y no quiero estarlo, después de perder a mi esposa solo deseo tranquilidad.

—Ella no se dará por vencida, es intensa, y te equívocas, no siente nada por mí es simple amistad—debía asumirlo sino quería seguir sufriendo.

—Tengo buen ojo para identificar sentimientos—bromeó—He hablado varias veces sobre lo nuestro, no obstante, lo volveré a hacer, ella debe darse una nueva oportunidad, lo merece.

—Eso es asunto de ustedes, yo por el momento estoy tranquila, hace poco conocí a alguien—confesé. Ella abrió más sus ojos.

—Engañarás a Andrea—habló. Reí sin ganas.

—No somos nada, no es engaño. La chica que conocí es agradable, y podría tener conexión con ella.

—Debes presentármela, para darle mi visto bueno—ofreció—Así me aseguro si es mejor opción que Andrea.

—Son diferentes. Daniela es risueña, no tiene vergüenza a nada, hace unos días salimos y no tuvo reparo en ponerse a bailar en media calle cuando escuchó una canción por los parlantes de un local comercial—Sonreí al recordar lo que pasó.

Fijé mi mirada nuevamente a Alejandra, pero sentí que estaba tensa.

—¿Estas bien? —pregunté.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora