¡QUÉ NOCHE! - JOHN B ROUTLEDGE

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La carcajada de JJ es lo que escucho en cuanto mi cabeza sale del agua. Acabo de caerme de la tabla por un resbalón que he metido encima de la ola, he intentado mantener el equilibrio pero he tenido que tirarme. El muy capullo está sentado encima de su tabla de surf y está descojonándose de mí. Tiene una mano en su estómago y está abanicándose con la mano. Me tumbo encima de la mía y nado hacia mis dos amigos.

Llevamos desde esta mañana aquí en la playa. Anoche mientras cenábamos en casa de Pope decidimos venir a pasar el día. Así que sobre las diez y media de la mañana vinimos y aun seguimos aquí. Kiara y JJ están surfeando conmigo mientras que John y Pope están sentados al sol mientras se comen un dulce. Me acerco a JJ e intento empujarlo al agua para que se calle de una vez.

— Por favor, no ha sido para tanto, deja de reírte — le digo molesta.

— Cómo que no, eso es porque no has visto tu cara de acojonada en cuanto se te ha ido el pie — y vuelve a reírse otra vez.

— En el momento que bajes de esa tabla eres hombre muerto.

— ¿Qué vas hacer?, tirarme arena — ríe — sabemos que ganaría yo con diferencia tienes la misma fuerza que una ameba.

— No me pongas a prueba, Maybank — le amenazo.

— Oh, no, Kie huye, hemos despertado al demonio que lleva dentro — y vuelve a reírse de su propio chiste.

Se lo ha ganado. No hay más. Meto una de mis manos en el agua y comienzo a lanzársela. Como lo he pillado riéndose el agua se le ha metido en la boca y ha comenzado a toser. Ahora la que se ríe soy yo. Cuando se ha recuperado, yo ya estoy de camino a la orilla. Escucho a JJ detrás de mí y me giro para verlo, está nadando hacia mí, así que me doy prisa y salgo corriendo hacia donde están Pope y John B. Dejo de cualquier manera la tabla y me tiro encima de este último de manera repentina y me aferro a él. Él rodea mi cuerpo con sus brazos y me mira intrigado.

— Esto se considera estar a salvo — le digo a JJ en cuanto llega hasta nosotros.

— Esta vez has tenido suerte.

Kiara, que viene tranquilamente, nos mira como si fuéramos dos niños de diez años peleándose. Se recoge su pelo en un moño, en cuanto se lo ha escurrido y, se sienta en la toalla con una lata de cerveza que está repartiendo Pope.

El resto de la tarde nos la pasamos tomando el sol, comiendo y bebiendo cerveza. Los chicos se ponen a jugar a un juego que han descubierto por internet en la orilla y Kiara y yo nos quedamos en las toallas para tomar el sol. Las dos hablamos sobre la última película romántica que he visto. Ella, a pesar de que no le gusta ese tipo de películas, me escucha atentamente y se emociona conmigo en cuanto le hablo de las escenas que más me han gustado. Los chicos vuelven rato después, cuando el sol se ha escondido detrás del mar, es nuestro momento de irnos a casa.

El camino se basa en escuchar JJ discutir con Pope sobre la posición de las aletas de la tabla. A veces me entran ganas de meterle una piña en la boca a cada uno con tal de no escucharlos. Suele pasar a veces. A JJ le gusta llevar la razón y hasta que no lo consigue no para. Kiara es una chica lista y se ha puesto los cascos para no escucharlos, aunque a decir verdad, Kiara es posiblemente la que más paciencia del mundo tenga. John B y yo vamos de la mano y de vez en cuando cruzamos una mirada de "por favor, tierra trágame y escupeme en la otra punta del mundo".

Vamos dejando a cada uno en su casa. Normalmente siempre los dejamos a ellos primero para que nosotros podamos tener un rato de paz e intimidad de pareja. No solemos darnos muchas muestras de cariño delante de nuestros amigos para no incomodarlos. No es que seamos una pareja empalagosa pero, sí que es verdad que, si hemos quedado con ellos no vamos a estar toda la tarde metiéndonos lengua. Subimos las escaleras del porche de mi casa y nos quedamos apoyados en una de las columnas. John B se apoya con una de las manos en la columna, por encima de mi cabeza y me sonríe. Luego, sus labios se acercan a los míos. Su lengua acaricia mi labio superior y un calor se enciende a la altura de mi estómago. Agarro el cuello de su camisa y acorto la distancia entre nosotros. No es un beso ansioso ni pasional, es uno lento, con cariño. Nuestras lenguas se encuentran, despacio, sin prisas, para saborearse, recorriéndose. La mano de John viaja de mi mejilla a mi cintura y la sube poco a poco por debajo de mi camiseta hasta llegar a mi bikini aún húmedo. Desliza su mano por mi costado hasta llegar a la tira que desarrollaría el nudo. Entonces lo paro.

ONESHOTS - OUTER BANKSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora