ONESHOTS - OUTER BANKS

CARAS DEL PASADO - JJ MAYBANK (PARTE 02)

¡Hola!, soy Ruby, no sé si os acordaréis de mí. ¿No?, ¿nada?, si os digo que fui a la que le dio un ataque en medio de su actuación por tener miedo escénico, ¿me recordáis?. Sonidito de grillos y alguna que otra persona asintiendo. Os sueno, bien, guay. Y si le añadimos que salí de él, por suerte o por desgracia, con ayuda de mi ex, ¿ahora sí, verdad?, ya sabía yo. Como os gusta el morbo. No os voy a engañar a mí también y si empieza a introducirse de esta manera, mejor que mejor. 

Bien pues ahora que tengo completamente tu atención, quería avisarte que aquí viene lo que puede ser una de las conversaciones más importantes de mi vida, un momento que llevo esperando desde hace casi año y medio. Al fin voy a tener la respuesta que tanto estaba esperando, así que coge palomitas o pañuelos. No digas que no te avise, quizás soltemos lágrimas, o no quien sabe.

Y ¡ojo!, que se me olvidaba. Lo voy a poner en negrita, para que sea lo primero que leáis. Si no tienes ni idea de lo que estoy hablando te recuerdo que existe una primera parte, está unos capítulos más para atrás de este, por si quieres refrescar memoria o por si no lo has leído todavía. Sería guay que entendieras de qué va todo este rollo, ya que te paras a leer la segunda parte, empatiza con mis crisis. Digo yo, ¿no?. Tiene exactamente el mismo nombre que este, pero sin la parte 2, claro.

No hablo más que me enrollo y quiero veros sufrir conmigo. Disfruten del espectáculo, silencien teléfonos y esas cosas que se dicen antes de ver una película o una obra teatral. Las ansiosas que han estado reclamándome, sé quienes sois, os tengo fichada amigas. Os quiero mucho. De verdad, aunque sea un personaje ficticio y suene creepy. No pensé que mi historia fuera a llamar tanto la atención, pero...¡que viva el drama!. Que eso, que me callo, que lo he dicho antes y he hecho caso omiso, pensareis que soy una pesada.

Ahora sí que sí, dentro video. Ósea, recuerdo, o texto. Como se diga, pero ahí va. Os quiero.

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Vueltas y vueltas y más vueltas. En eso se ha resumido mi noche, en no parar de dar vueltas en la cama pensando en todo lo que pasó la tarde anterior. JJ había vuelto, lo había tenido a menos de un centímetro de mí, le había abrazado, tocado y me había pedido que hablásemos y yo..., yo había aceptado. Ahora mismo, mientras me tapaba la cara con la almohada me pregunté qué en qué momento era buena idea. En qué momento vi bien decirle que sí.

¿Es que no aprendía?, había estado casi un año torturándome a mí misma, una y otra vez, preguntándome qué es lo que había hecho mal y ahora, ahora iba a tener que hacerle frente a esa cara del pasado. Esa cara que una vez me quiso lo suficiente y que también no tuvo ningún pudor para apartarme de su vida. Pero una parte de mi suspiraba aliviada porque por fin, después de tanto tiempo, iba a tener la respuesta que me merecía. O al menos con eso me estaba consolando, porque no estaba preparada y, ahora mismo después de toda la euforia de ayer, no sé si es lo que quería de verdad. Si realmente estaba preparada mentalmente para esto.

Me levanté de la cama e intenté pensar en otra cosa que no fuera nosotros y él. Pero en especial en él. Me puse algo de música y me empecé a preparar. Ayer, después de todo lo que pasó en los casi cuatro minutos que duró la actuación, decidimos que lo mejor era vernos al día siguiente, más tranquilos. Sin tener a nadie presente y sobre todo por mí, porque necesitaba hacerme la idea. Al final de todo, acabamos descalificados, pero a mis compañeros no les importó y a mí tampoco porque estaba feliz de que había superado, después de mucho tiempo, el miedo a cantar frente a la gente. Volví a ser yo, a disfrutar de la música, a vivirla, a sentirla y no podía estar más en paz conmigo misma.

Habíamos quedado en uno de nuestros sitios favoritos. Era un pequeño parque que tenía acceso a la playa y en el cual solíamos quedar todos los días para vernos. Estaba nerviosa, no paraba de crujirme los dedos y de recrear una y otra vez la conversación que tendríamos. La había imaginado tropecientas veces, algunas acababan bien, otras mal pero siempre tenían el mismo resultado.