¡Un lugar para divertirse y retar la imaginación!
Cada cierto tiempo publicaremos un reto para ustedes, con el simple objetivo de divertirse y dar rienda suelta a la imaginación. A veces, estas pequeñas iniciativas son buenas para el bloqueo de escr...
Opción: "Sí, estoy sola. Sola y libre." – Elsa, Frozen.
Relato:
Thalia sostenía la daga delante de sus ojos, contemplando horrorizada la viscosa cobertura verde. Sangre de gegene, concretamente, y no sólo su daga se había manchado. Nunca había sido escrupulosa, pero en ese momento le entraron arcadas al sentir el líquido pegajoso a través de su camiseta.
Bajó la vista, y de inmediato deseó no haberlo hecho. Los restos de la criatura que había intentado matarla seguían allí, para recordarle que no había sido una de sus horripilantes pesadillas. No, esta vez el monstruo era real.
El cansancio, que había desaparecido temporalmente con la adrenalina, volvió a golpearla. Su respiración se volvió superficial, y la joven semidiosa se sintió al borde del desmayo.
La aprensión se fue adueñando de ella según la magnitud de lo que acababa de ocurrir calaba en su conciencia.
Por fin lo había hecho. Había huido de casa, como tantas veces había soñado hacer. Y por supuesto que sabía que no iba a ser fácil, y que habría frío y hambre y monstruos, pero lo que acababa de ocurrir le había recordado brutalmente lo cruda que iba a ser su vida a partir de ese día. Thalia se sintió muy pequeña, apenas una cáscara de nuez que navegaba a la deriva por un océano lleno de peligros.
Una lágrima solitaria brilló en su mejilla.
Pero entonces, una chispa de rebeldía prendió en ella. Quizá era rabia, o instinto de supervivencia, o quizá su orgullo, que se negaba a aceptar que no tuviera ningún control sobre su futuro.
Apretó los dientes, cerró los ojos y se limpió el rostro. Podía luchar, se dijo. Después de todo, había matado al monstruo.
Thalia recordaría esos instantes toda su vida, porque para ella fue ese momento que marca un antes y un después. Más, incluso, que su llegada al campamento, o el día en que se unió a la Cacería.
Tragó saliva y se obligó a mirar el cadáver de nuevo. La sorprendió la tranquilidad con la que lo hizo. Ese bicho había intentado matarla, y ella lo había derrotado. Quizá la próxima vez no tendría tanta suerte, pero valía la pena intentarlo. Comprendió que a partir de ese instante su vida dependería exclusivamente de ella.
Algo en ella despertó, algo intenso y salvaje que parecía llevar esperando toda su vida para arder en su pecho.
Por primera vez era libre, y descubrió que no cambiaría eso por todas las comodidades del mundo.
Limpió el arma en sus vaqueros y la contempló un momento bajo la luz de la luna. La hoja le devolvió su reflejo, y Thalia no halló ni rastro de la niña que había sido en él. Los ojos azules que la miraban desde la lámina de bronce contaban otra historia, no la de una niña aterrorizada, sino la de una luchadora.
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Opción: ''Lloré sola todas las noches. Sentí que cada día que pasaba aquí me robaba otra parte de mi vida real. Después de llorar, iba y luchaba tan duro como podía. Mi único pensamiento era ganar, seguir adelante y volverme más fuerte." – Asuna Yuuki, Sord Art Online.
Relato:
De nuevo aquel ciclo se repetía: Entraba al baño, lloraba, me limpiaba la cara y salía. Como si nada hubiera pasado.
Solo que sí había pasado.
Ya no podía ocultarlo más, mi típica sonrisa y mi cabello rosa chicle habían desaparecidos y en su lugar, llegó el miedo. Miedo a tantas cosas.
Oía como todos a mis espaldas murmuraban. Algunos decían que era por la muerte de Sirius, otros opinaban que era porque ya no hablaba con Remus, pero lo que estaba claro era que todos hablaban desde la ignorancia.
"No estés tan mal por un chico" me había dicho mi madre. "No puedes dejar que algo así te deprima."
Era cierto, pero es que yo no solo estaba mal por Remus. Antes de su estúpido rechazo mi primo había muerto. ¡Delante de mis narices! Y no solo eso, ahora la guerra se veía más cercana y real. Acompañada de incertidumbre y preguntas como ¿y si soy yo la siguiente?
Pero para la Orden solo era una pequeña auror torpe e insignificante que hacía sonreír a cualquiera con bromas o tropiezos y yo era mucho más que eso. Más allá de esa capa de risas y torpezas yo era una bruja que también lloraba y sentía miedo.
Entonces llegó Remus, casi el único capaz de darse cuenta de esto. Pero ¿para qué? Para que tras una declaración de amor ni quisiera fuera capaz de mirarme a los ojos, y me tocara de nuevo librar la batalla sola. Y en vez de apoyo por parte del resto solo encontraba comentarios y teorías de mi malestar sin que nadie se molestara en acercarse y preguntarme directamente.
¿Lloraba por un chico? Sí, lo hacía, pero también por la guerra, la muerte, mi primo y el miedo. Pero que difícil es ver eso en alguien que no tomas en serio.
Limpié mi cara para salir del baño otra vez como si no hubiera llorado durante horas, pero es que el ciclo no acababa ahí. Ahora tocaba luchar de nuevo para sobrevivir y completar otro día más. Otro día siendo valiente.
