¡Un lugar para divertirse y retar la imaginación!
Cada cierto tiempo publicaremos un reto para ustedes, con el simple objetivo de divertirse y dar rienda suelta a la imaginación. A veces, estas pequeñas iniciativas son buenas para el bloqueo de escr...
Opción elegida: a) Tu personaje, prepara una sorpresa para su madre, para agradecerle todo lo que ha hecho por ella.
El cielo aún no se aclaraba del todo en casa de los Potter-Weasley cuando el niño bajó las escaleras a paso sigiloso. Si bien el pequeño James Sirius no era lo que su padre llamaba un "madrugador", ese día algo más importante lo sacó de sus sueños.
Nada menos que la emoción de celebrar el día de las madres, y aún mejor, darle una sorpresa a la suya por sí mismo. No era desconocido lo mucho que James admiraba a Ginny, creía que era la mujer más genial que pudiera conocer jamás, y la amaba tanto.
¿Qué podía darle para agradecerle por todo?
Pudo darle una tarjeta, algunas rosas del jardín o hasta dedicarle una canción, pero creyó que era algo muy fácil y rechazó la idea. Quería darle a su madre algo que demostrara la importancia que ella le daba a él a diario.
Hacer el desayuno para ella antes que despertase parecía una idea sensata para el niño que nunca había tocado una sartén en sus ocho años de vida.
—No puede ser difícil —susurró para sí tomando dos huevos del refrigerador, cuando uno de ellos cayó al suelo, un gemido de asombro se oyó del otro lado de la cocina.
Albus, aun en su pijama, tenía el rostro espantado al ver a su hermano mayor recoger un huevo caído con las manos.
—Llamaré a mamá y le contaré, James —Albus estaba por subir las escaleras cuando una mano lo detuvo entre susurros.
—No, es una sorpresa para ella —James animó al ver el rostro desconcertado del ojiverde—. Es el día de las madres.
—¿Hoy? —el asentimiento frenético de su hermano lo hizo ceder—. Bien, quiero ayudar.
James se mordió la lengua para no expulsar a su hermano menor de la cocina, deseaba obtener el crédito de las cosas para sí mismo, sin embargo, necesitaba ayuda y no era tan ingenuo como para creer que Albus no se lo contaría a su madre si él no lo aceptaba.
Ambos hermanos intentaron hacer huevos fritos, tostadas con mantequilla y la habitual taza de café con leche. A la vista de ambos niños el platillo resultó un éxito, solo bastaba ignorar el olor a humo que desprendía el lugar, las migajas de la tostada partida en pedacitos y el mal sabor del café.
—¿Qué sucede? —Harry habló desde las escaleras con Lily Luna en sus brazos. Ginny, al lado, se llevó las manos a la boca.
—Fue él —dijo Albus, apuntando a James.
—Hijo, ¿por qué hiciste esto? —el mencionado se acercó a la mujer pelirroja frente a él.
James notó la preocupación en su voz, agachó la cabeza, avergonzado de lo terrible que salió su plan.
—Quería sorprenderte en tu día —confesó triste apuntando su platillo incomible.
—Pero si me sorprendes cada día, cariño —Ginny lo consoló entre sonrisas y se dirigió al resto—. Ustedes son el mayor y más bello obsequio de mi vida.
Ese día James amó a su madre un poco más, si eso era posible.
