ESCUCHASTE CON ATENCIÓN Y EN SILENCIO CÓMO TOMIOKA TE EXPLICABA LA MISIÓN...
Aunque podías sentir los ojos de Sanemi clavados en tu nuca. Su mirada era intensa, y sinceramente no podías entender por qué te odiaba tanto.
¿Fue porque dijiste que no tenía cejas? Sólo estabas bromeando con él. Cuando se trataba de gente nueva, siempre tenías curiosidad por saber como actuar con ellos y el nivel de bromas que podías gastar.
Aunque tenías la intención de disculparte, estabas bastante segura de que eso sólo harías que Sanemi se enfadara más contigo.
-Esta misión es realmente sencilla, sólo necesitamos que te alejes bastante de aquí y explores la zona. Si hay algún demonio, elimínalo. Eso es todo.-afirma Tomioka, despidiéndose de ti mientras se aleja.
-Tch, esta misión está muy por debajo de mí. Alguien de mi rango no debería estar emparejado con una debilucha como tú. ¡Ni siquiera debería ir a esta misión de mierda! Si Oyakata-sama quería hacerme perder el tiempo, ojalá te hubiera emparejado con Muchiro.
Esa fue la gota que colmó el vaso.
Ibas a intentar ser amable con él, de verdad, y tampoco ibas a provocarle, pero sus problemas de ira te estaban sacando de quicio. El tipo no tenía ninguna razón para ser tan grosero, así que le diste un puñetazo en la mandíbula.
-¡Ay! Qué demonios!-gruñó, a punto de devolverte el golpe.
Bloqueaste su puñetazo y le miraste fijamente. Sabías que eras débil a veces, y precisamente por eso no podías permitirte serlo ahora.
-¡CÁLLATE!-le gritaste, lo que hizo que sus ojos se abrieran de par en par por la sorpresa. Había escuchado que eras tranquila y amable, sin embargo, aquí estaba viendo todo lo contrario.
-¡Tus acciones y palabras hacia mí son improcedentes! Si realmente no quieres ir conmigo, ¡vete! Pero si muero será tu responsabilidad ya que fuiste asignado para ir conmigo.
Sanemi permaneció en silencio mientras le sermoneabas, nadie ha tenido realmente las agallas para enfrentarse a él la mayor parte del tiempo, así que esto lo sorprendió.
-¡Si realmente no querías ir a la misión entonces por qué estás aquí! ¡¿No le habrías dicho algo a Kagaya si no querías ir?! ¡¿No habrías hablado de asignar a otra persona?! ¡Bueno, supongo que ya que estás aquí no has dicho nada! Estuviste de acuerdo en ir conmigo en esta misión, así que no quiero oírte hablar mal de mí o quejarte.
Estabas agarrando el cuello de Sanemi con fuerza, pero después de un rato te diste cuenta de lo mal que lo habías pasado. Toda tu rabia, tristeza, miedo y frustración reprimidas se desahogaron con Sanemi en cuanto te hizo enojar.
Te sueltas y te rascas la cabeza.
-Lo siento, he estado frustrada y estresada últimamente. No era mi intención descargar mi ira en ti.
-No. No lo sientas. Tienes razón, gracias por ponerme en mi lugar. En realidad es genial ver a una chica con las agallas para regañarme. En todo caso, debería lamentar haber hablado mal de ti.-Sanemi refunfuñó, pareciendo molesto por tener que disculparse, pero parecía que se había calmado.
Los dos se encontraban en la misión, observando la zona.
El lugar donde golpeaste a Sanemi había comenzado a amoratarse y te sentiste un poco mal.
Te acercaste a Sanemi, lo que hizo que se confundiera en cuanto a lo que querías. Pero cuando agarraste su cara con las manos y te acercaste a ella, se asustó.
-¡Eh! ¿Qué demonios?-tartamudea, con la cara muy roja cuando te acercas.
-Quédate quieto.-dices sin rodeos, a lo que Sanemi asiente con la cabeza y cierra los ojos, frunciendo los labios.
Sin embargo, no te diste cuenta de eso y desenfundaste tu espada, activando su pequeña forma de daga doble.
-Respiración de cristal,2ª postura: cristales de curación de sangre.
Y con eso, el hematoma de la cara de Sanemi se curó.
Retrocediste sonriendo mientras exclamabas:
-¡Ya está! Tu moretón ya está curado.
Sanemi abrió los ojos sólo para darse cuenta de que no estabas tratando de besarlo, sino de curar el moretón que le habías causado.
Se sonrojó de vergüenza por sus estúpidas acciones, cubriéndose la cara con las manos mientras transformas tus dagas de nuevo en una sola espada y la envainas de nuevo.
-Dios, soy un idiota.-pensó Sanemi, sonrojándose muchísimo y queriendo ir a morir a un agujero.
