Capítulo 4

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 Adele miró su entorno, intentando saber dónde se encontraba. Estaba en una calle desconocida para ella, donde la gente parecía no verla puesto que pasaba por su lado sin ni siquiera prestarle un poco de atención. Inconscientemente miró a su izquierda y se vio a ella misma, corriendo por una calle ancha, mientras miraba cada diez segundos el reloj.

 -Siento haberte hecho esperar-Oyó una voz masculina. La chica se giró para verlo pero Adele tuvo que entrecerrar los ojos y ponerse una mano en la frente a modo de visera al sentir una luz que la cegaba impidiéndole ver el rostro del joven. El chico rodeó el cuerpo de la chica con sus brazos-¿Vamos?-Oyó la voz del chico, que hizo que su corazón empezara a latir rápidamente.

 Adele abrió los ojos mientras sentía como constantes latigazos azotaban su sien, se llevó una mano ahí y la masajeó un rato hasta que pareció que el dolor disminuía, después se giró dando de cara a la ventana.

 No se había despertado con un susto, más bien se había despertado con tranquilidad pero estaba agotada. Intentó recordar algunos detalles del sueño pero gimió al sentir otro latigazo de dolor.

 -Adele cariño, hora de despertar.

 Mary se giró hacia su hija y la miró preocupada al ver la mueca que tenía.

 -Hija ¿Hay algo mal?-Se acercó preocupada hasta sentarse en la cama pero Adele se levantó de golpe.

 -No es nada mamá, no dormí bien-Dijo Adele acariciando su cabello.

 -¿Tuviste pesadillas? Si es así me lo tienes que decir Adele, recuerda que el doctor te recetó pastillas por si tenías pesadillas.

 Adele miró a su madre, era cierto que cada vez que tomaba una de esas pastillas pasaba días y días sin tener esos sueños, pero allá en Nueva Zelanda esos sueños no los había tenido tan seguidos como en Australia.

 -¿Tuviste pesadillas hija?-Le volvió a preguntar su madre.

 La chica miró a su madre y lentamente sonrió intentando tranquilizarla.

 -No eran pesadillas mamá, solamente dormí mal, ahora que lo pienso podría dormir todo el día-Dijo Adele poniendo los ojos en blanco.

 Su madre la miró detenidamente, estudiando su rostro, no quería discutir con su hija pero había algo que no la convencía, así que fingió estar conforme con la respuesta y se levantó de la cama hasta llegar al marco de la puerta.

 -Bueno. Vamos, vístete que vas a llegar tarde-Dijo su madre con una sonrisa.

 Adele asintió aún con una sonrisa pero cuando su madre cerró la puerta se puso seria, nunca le había mentido a su madre pero algo en su interior le había dicho que lo hiciera, quizás no tenía ganas de sentirse como un trapo después de tomar el medicamento y tampoco la iba a matar soñar eso, a pesar de que el doctor le dijera en Nueva Zelanda que esos sueños eran recuerdos de malas experiencias que había vivido antes de sufrir el accidente, por lo que debía tomar el medicamento ya que así la ayudaría a que con el tiempo aguantara. Sus padres nunca le habían contado nada cuando despertó en el hospital de sus anteriores recuerdos, el doctor les había aconsejado que poco a poco ella fuera familiarizándose viendo fotos suyas, sí que consiguió recordar algunas cosas, como el viaje que había hecho con sus padres a Alemania o ese día cuando sus padres le regalaron un vestido muy bonito pero muy caro. Pero no consiguió recordar nada que no fueran experiencias con sus padres, no recordaba vivir en una casa de dos plantas en un barrio de Queenstown, no conocía el camino para ir a su supuesto instituto, no reconocía a los vecinos, nada, paseaba con su madre por parques de Queenstown donde, según su madre, ella jugaba de pequeña, Adele fruncía el ceño e intentaba recordar cosas, pero nada le venía a la mente relacionado con Queenstown, se sentía como si viviera allí por primera vez ¿No tenía amigos?

Los Recuerdos de AdeleWhere stories live. Discover now