Verano 1991: El vidrio que se desvaneció

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Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Dursley se despertaron y encontraron a sus sobrinos en la puerta de la entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto

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Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Dursley se despertaron y encontraron a sus sobrinos en la puerta de la entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto. El sol se elevaba en los mismos jardincitos, iluminaba el número 4 de latón sobre la puerta de los Dursley y avanzaba en su salón, que era casi exactamente el mismo que aquel donde el señor Dursley había oído las ominosas noticias sobre los búhos. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores, pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño, y en aquel momento las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta, en un tiovivo en la feria, jugando con s padre en el ordenador, besado y abrazado por su madre. La habitación no ofrecía señales de que allí vivieran otros niños.

Sin embargo, Harry y Aurora Potter estaban todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.

- ¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!

Harry se despertó con un sobresalto, dándole, sin querer, un golpe a su hermana en la cara, despertándola también. Su tía llamó otra vez a la puerta.

- ¡Arriba! - chilló de nuevo.

Harry oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente.

- Buenos días, hermanito. Vaya forma de despertarme - dijo su melliza con voz somnolienta.

- Lo siento Aurora, me he despertado de golpe y no sabía que pasaba - le explicó -. Buenos días a ti también, por cierto.

Su tía volvió a tocar a la puerta.

- ¿Ya están levantados? - quiso sabe

- Casi - respondieron al unísono, casi siempre se compenetraban, cosas de mellizos.

- Bueno, daros prisa, quiero que Harry vigile el beicon, y que Aurora haga lo mismo con los huevos. Y no os atreváis a que se quemen. Quiero que todo sea perfecto el día de cumpleaños de Duddy.

Los hermanos refunfuñaron.

- ¿Qué han dicho? - preguntó bruscamente su tía desde el otro lado de la puerta.

- Nada, nada...

El cumpleaños de Dudley... ¿Cómo habían podido olvidarlo? Harry y Aurora se levantaron lentamente y el pequeño comenzó a buscar sus calcetines y la mayor su camisa. Encontró la camisa al lado de la almohada, quitó una araña de una de sus mangas, y se la puso. Estaban acostumbrados a las arañas, porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ella, y allí era donde dormían.

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonWhere stories live. Discover now