Primer año: Animales Fantásticos

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Al abrir los ojos, lo primero que se encontró la vista de Aurora fue a sus compañeras todavía dormidas

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Al abrir los ojos, lo primero que se encontró la vista de Aurora fue a sus compañeras todavía dormidas. Cuando miró el despertador, un objeto muggle que había colado para su comodidad, se dio cuenta de que eran las cinco y veinte de la mañana. Era un sábado, este día no era tan horrible, tenían vuelo doble con Hufflepuff (odiaba volar, pero podría estar con Andrew), Transformaciones con Gryffindor y los Slytherins tenían la tarde libre. Al día siguiente era domingo, el día de descanso para las clases. El trio de amigos pensaron ir al entrenamiento del equipo de quidditch de los tejones y pasar el resto del día al lado del bosque prohibido. Aurora recordó que esa tarde debía ir a la cabaña de Hagrid para que le diera las clases sobre criaturas mágicas.

La cabeza le daba vueltas, el golpe de la noche anterior le dejó mal parada. Se levantó de la cama sin hacer mucho ruido, cogió su uniforme y caminó hasta el baño con los pies descalzos. Dejó la ropa encima de la tapa del inodoro y se quitó su "pijama", que consistía en una camisita vieja, ropa interior y pantalones cortos heredados de su primo. Entró en la ducha del pequeño baño e hizo que el agua fría cayera y se deslizara por su cuerpo. Sus pensamientos se aligeraron con el paso de los minutos bajo el agua. Giró el grifo para detener el flujo de agua, se envolvió una toalla en el cuerpo para secarse. Terminó de hacerlo y comenzó a ponerse el uniforme, sin atarse la corbata, todavía no había aprendido a hacerlo. Miró el espejo que se hallaba encima del lavabo, vio su rostro, lleno de cicatrices y, desde la noche anterior, con algunas heridas. No le dio importancia y solo se centró en lavar su cara con agua fría, intentó peinar un poco su pelo, pero fue misión imposible. Cuando estuvo lista, cogió su mochila con todo lo necesario para el día de clases y salió de la habitación sin hacer ruido.

No había nadie en los pasillos, era demasiado temprano como para ir deambulando por el castillo. Se dirigió al patio interior del colegio, parándose un momento a mirar la vitrina de premios donde se encontraba la placa de su padre. En el patio no había gran cosa, algunos arbustos y flores esparcidos por el césped y un árbol de tamaño considerable. Sacó de su mochila su cuaderno y un lápiz y la dejó apoyada en el tronco. Escaló un poco para sentarse en las grandes y fuertes ramas. Vio una familia de pájaros dormidos en un nido, las crías estaban durmiendo mientras que la madre les daba calor y el padre iba por comida. Empezó a dibujar la escena en una hoja del cuaderno.

El tiempo volaba mientras que la chica dibujaba, su mente estaba en blanco, las preocupaciones desaparecían de su cabeza cuando dejaba que el grafito del lápiz fuera libre en el papel. Cuando terminó el dibujo de la familia de aves, comenzó a dibujar a una pequeña mariposa que estaba posada en una hoja con gotas de rocío.

Escuchó un ruido y levantó la mirada, encontrándose con un grupo de chicos de Hufflepuffs. Miró el reloj de su muñeca y se dio cuenta que ya eran las siete, el tiempo había pasado increíblemente rápido. Bajó del árbol de un salto, cerca del grupo de amigos de los tejones, un chico castaño se giró hacia ella.

- Oh, hola, Cedric – dijo la pelinegra, quitando los restos de ramitas que habían quedado en su camisa.

- Hola, Potter. Buenos días – dijo el mayor con una sonrisa de oreja en la cara, la azabache no se explicaba cómo podía estar de tan buen humor cuando era tan temprano –. ¿Al final iréis a la práctica de mañana? – la chica asintió – Bien, espero que os guste. Por cierto, ¿por qué no llevas la corbata bien puesta?

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonWhere stories live. Discover now