Primer año: El Guardián de las Llaves

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BUM

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BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó de golpe.

- ¿Dónde está el cañón? – preguntó estúpidamente.

Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.

- ¿Quién anda ahí? – gritó - ¡Le advierto: estoy armado!

Hubo una pausa. Luego...

¡ZAS!

La puerta fue empujada con tal fuerza que salió de los goznes y, con un golpe seco, aterrizó en el suelo.

Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

El gigante se escurrió hacia el interior de la cabaña agachándose para que su cabeza sólo rozara el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, volvió a ponerla en su lugar. Bueno, al menos era tan educado como para volver a poner la puerta, pensó Aurora. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

- Podríamos prepararnos una taza de té, ¿verdad? No ha sido un viaje fácil...

Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

- Levántate, bola de grasa – dijo el desconocido, vale, a Aurora le caía bien este tipo.

Dudley chilló y corrió a esconderse detrás de su madre, que estaba agazapada, aterrorizada, detrás de tío Vernon.

- ¡Ah! ¡Aquí están los mellizos! – dijo el gigante.

Aurora y Harry levantaron la mirada ante el rostro, feroz, salvaje y peludo, y vieron que los ojos negros les sonreían arrugados.

- La última vez que os vi eras sólo unas criaturas – dijo el gigante –. Os parecéis mucho a vuestro padre, pero, Harry tienes los ojos de tu madre, y tú, Aurora tienes los ojos de tu padre.

Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.

- ¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! – dijo –. ¡Esto es allanamiento de morada!

- Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero – dijo el gigante.

Se estiró, arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.

Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como un ratón al pisarlo.

Aurora no pudo evitarlo, se le escapó una risa, nadie había tratado nunca a su tío así. Su hermano le dio un codazo en las costillas para que se callara. El gigantesco hombre se giró para ver a la mayor.

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonWhere stories live. Discover now