Verano 1992: La advertencia de Dobby

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Harry y Aurora no gritaron, pero estuvieron a punto

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Harry y Aurora no gritaron, pero estuvieron a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel instante, Harry tuvo la certeza de que aquello era lo que había estado vigilándolo por la mañana desde el seto del jardín.

La criatura y ellos se quedaron mirando los unos a los otros, y los hermanos oyeron la voz de Dudley proveniente del recibidor:

- ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Aurora se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía una funda de almohada vieja con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

- Esto... hola – saludaron los mellizos a la vez, azorados.

- Harry Potter. Aurora Potter – dijo la criatura con una voz tan aguda que los hermanos estaban seguros de que se había oído en el piso de abajo –, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerlos, señores... Es un gran honor...

- Gra... gracias – respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Aurora simplemente se dejó caer en el suelo sin hacer ruido. Quisieron preguntar "¿Qué es usted?", pero pensaron que sonaría demasiado grosero, así que Harry dijo –: ¿Quién es usted?

- Dobby, señores. Dobby a secas. Dobby, el elfo domestico – contestó la criatura.

- ¿De verdad? – dijo Harry –. Bueno, no quisiéramos ser descorteses, pero no nos conviene recibir a un elfo doméstico en nuestro dormitorio precisamente ahora.

De la sala de estar llegaban las risitas falsas de tía Petunia. El elfo bajó la cabeza.

- Estamos encantados de conocerlo – se apresuró a añadir Harry –. Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial?

- Sí, señor – contestó Dobby con franqueza –. Dobby ha venido a decirles, señores... no es fácil, señores... Dobby se pregunta por dónde empezar...

- Siéntese – dijo Harry con amabilidad, señalando la cama.

- Póngase cómodo – Aurora le sonrió a Dobby.

Para consternación suya, el elfo rompió a llorar, y, además, ruidosamente.

- ¡Sen... sentarme! – gimió –. Nunca... nunca en mi vida...

A los hermanos les pareció oír que las voces en el piso de abajo decaían.

- Lo siento – murmuró Harry –, no quería ofenderlo.

- ¡Ofender a Dobby! – repuso el elfo, conmovido –. A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara... como si fuera un igual.

Harry y Aurora, procuraron hacer "¡chist!" sin dejar de parecer hospitalarios, indicaron a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin consiguió controlarse y se quedó con los ojos fijos en los mellizos, mirándolos con devoción.

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora