Verano 1992: La Madriguera

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-        ¡Ron! – exclamaron los mellizos, encaramándose a la ventana y abriéndola para poder hablar con él a través de la reja –

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- ¡Ron! – exclamaron los mellizos, encaramándose a la ventana y abriéndola para poder hablar con él a través de la reja –. Ron, ¿cómo has logrado...? ¿Qué...?

Harry y Aurora se quedaron boquiabiertos al darse cuenta de lo que veían. Ron sacaba la cabeza por la ventanilla trasera de un viejo coche de color azul turquesa que estaba detenido ¡ni más ni menos que en el aire! Sonriendo a Harry y Aurora desde los asientos delanteros estaban Fred y George, los hermanos gemelos de Ron, que eran mayores que él.

- ¿Todo bien, mellizos?

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Ron –. ¿Por qué no habéis contestado mis cartas? Os he pedido unas doce veces que vinierais a pasar unos días con nosotros y luego mi padre vino un día a casa diciendo que os habían envidado un apercibimiento oficial por utilizar la magia delante de muggles.

- No fuimos nosotros. Pero ¿cómo se enteró? – habló Harry.

- Trabaja en el ministerio – contestó Ron –. Sabéis que no podemos hacer ningún conjuro fuera del colegio.

- ¡Tiene gracia que tú nos lo digas! – repuso Harry, echando un vistazo al coche flotante.

- Amo la magia – susurró Aurora, que no había quitado los ojos de encima del coche, los gemelos se rieron al escucharla.

- ¡Esto no cuenta! – explicó Ron –. Solo lo hemos tomado prestado. Es de mi padre, nosotros no lo hemos encantado. Pero hacer magia delante de esos muggles con los que vivís...

- No hemos sido nosotros, ya te lo he dicho... pero es demasiado largo para explicarlo ahora. Mira, puedes decir en Hogwarts que los Dursley nos tienen encerrados y que no podremos volver, y está claro que no podemos utilizar la magia para escapar porque el ministerio pensaría que es la segunda vez que utilizamos conjuros en tres días, de forma que... – explicó Harry.

- Deja de decir tonterías – dijo Ron –. Hemos venido para llevaros a casa con nosotros.

- Pero vosotros tampoco podéis utilizar magia para sacarnos...

- No la necesitamos – repuso Ron, señalando con la cabeza hacia los asientos delanteros y sonriendo –. Recuerda a quien he traído conmigo.

- Ata esto a la reja – dijo Fred, arrojándole un cabo de cuerda a Aurora.

- Si los Dursley se despiertan, nos matan – comentó Aurora, atando la soga a uno de los barrotes.

Fred aceleró el coche.

- No os preocupéis – dijo – y apartaros.

Harry y Aurora se retiraron al fondo de la habitación, donde estaban Hedwig y Ares, que parecían haber comprendido que la situación era delicada y se mantenían inmóviles y en silencio. El coche aceleró más y más, y de pronto, con un sonoro crujido, la reja se desprendió limpiamente de la ventana mientras el coche salía volando hacia el cielo. Harry y Aurora corrieron a la ventana y vieron que la reja había quedado colgando a solo un metro del suelo. Entonces Ron fue recogiendo la cuerda hasta que tuvo la reja dentro del coche. Harry y Aurora escucharon preocupados, pero no oyeron ningún sonido que proviniera del dormitorio de los Dursley.

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonWhere stories live. Discover now