Primer año: El profesor de Pociones

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-        Allí, mira

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- Allí, mira.

- ¿Dónde?

- Al lado del chico alto y castaño.

- ¿La del pelo corto?

- ¿Has visto su cara?

- ¿Has visto sus cicatrices?

Los murmullos siguieron a Aurora desde el momento en que, el día siguiente, salió del dormitorio. Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarla, o se daban la vuelta en los pasillos, observándola con atención. Aurora deseaba que no lo hicieran, porque intentaba concentrarse para seguir el camino de su clase.

En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban aun lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar, cosa que Andrew no recordaba y tenían que cogerlo entre Regulus y Aurora para que no se cayese. Después había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o le hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas. También era muy difícil recordar donde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unas a otras, y Aurora estaba segura de que las armaduras podían andar.

Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizaba súbitamente detrás de una puerta que se intentaba abrir. Los estudiantes superiores de la casa de las serpientes estaban encantados de señalar el camino indicado a los nuevos alumnos de Slytherin, pero Peeves el poltergeist se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También le lanzaba papeleras a la cabeza, tiraba de las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les arrojaba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!

Pero aún peor que Peeves, si eso fuera posible, era el celador, Algus Filch. Regulus, Andrew y Aurora se las arreglaron para chocar con él la primera mañana de clases. Filch los encontró tratando de diseñar la broma que le harían al grupito de los Slytherins. Por suerte Regulus consiguió esconder los planes en su mochila, aunque él estaba convencido de que escondían algo y estaba amenazándolos con encerrarlos en los calabozos cuando el profesor Flitwick, que pasaba por allí, los rescató.

Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color arena, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch. Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto de los gemelos Weasley), y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris.

𝗙𝗘𝗟𝗟𝗜𝗡𝗚𝗦; pansy parkinsonWhere stories live. Discover now