Jeon JungKook es un chico adorado, impaciente, competitivo y ciertamente chulesco, pero un Alfa adorado y apreciado.
Kim TaeHyung es un chico brillante, divertido, alegre y demasiado tierno, pero un Omega brillante y apreciado.
Park Jimin es un chic...
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Un par de horas más tarde el sonido de una camioneta, que indicaba la vuelta de SeokJin al complejo, hizo a NamJoon salir en su busca y dejar a los menores tomando un té que les había preparado sin esencia más que la pura del mismo.
-Cariño. -Susurró NamJoon al ve a su Alfa con la cara derrotada y el rastro de viejas lágrimas en sus mejillas. SeokJin negó con su cabeza y buscó consuelo en su esposo. -Jimin. -Dijo el nombre de su vecino, con miedo y atisbos de pánico. SeokJin lo contuvo con más fuerza y suspiró antes de hablar.
-Ha entrado en coma. Está estable, pero no saben cuándo despertará. -NamJoon no pudo contener más sus lágrimas y temblores.
-¿Cómo de lo vamos a decir a esos chicos? -Preguntó señalando el interior de su casa, SeokJin arrugó sus cejas mostrando así su desconcierto. -Kim TaeHyung y Jeon JungKook son su Omega y su Alfa; Jimin es un Beta.
-Por la santa mierda. -Murmuró el Alfa limpiando las mejillas de su Omega. -Yo lo haré cariño. -Al entrar ambos a la casa, los menores se pusieron en pie y entrelazaron sus manos ansiosos por las noticias que traería SeokJin. -Sentaos chicos, debemos hablar.
No necesitaron mucho más para saber qué nada estaba bien, que todo se estaba desmoronando ante ellos que eran dos jóvenes de diecisiete años y que no sabían cómo sobrellevar tan malas sensaciones y sentimientos.
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Esa misma noche, BangChan volvió al campamento junto a su pareja Felix para recoger a su hermano menor y llevarlo a casa de vuelta. Ese último verano de campamento había tenido un inicio feliz e idílico y estaba terminando antes de tiempo de forma atroz.
JungKook habló por primera vez con sus suegros, pidió a los padres de TaeHyung que le dejarán llevarlo con él a su casa y estos accedieron ante la explicación de su hijo de lo sucedido. Prometieron ir por él ese fin de semana y devolverlo a casa, Daegu, siendo un incremento sin pretenderlo de más pena en el Omega que había dejado de brillar con su halo de luz y alegría particular.
Los padres de JungKook arroparon a los menores al igual que lo hicieron los hermanos mayores de este, dando cariño y protección a los menores que lucían rotos y con miedo a que las horas y minutos pasaran.
