14. Las bestias.

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Se oyó como un rumor traído por la brisa de la primavera

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Se oyó como un rumor traído por la brisa de la primavera. El fuego en la distancia era visible como una delicada pintura de acuarelas, como si amaneciera por la noche. Un hombre corrió desde el desastre hacia la comodidad de un hogar que tenía sus maravillas y seres queridos adentro. Ese pueblo, al sur de las colinas, más cercano a las frías montañas picudas, contenía aun el halo de seguridad pronto a perder.

— ¡Se ha desatado el caos, hemos comentado una locura! Vienen hacia acá. Younha y su hijo han muerto antes de llegar a la Villa.

— ¡Les dije que no hicieran nada!

— Mamá, es muy tarde... Trae a San, busca agua y comida, yo iré por el arco y las estacas— se aleja hacia un pequeño armario al que le falta una puerta.

— Changkyun, espera, ¿adónde iremos?

— Iremos río abajo. El agua los detendrá, son como gatos, no les gusta mojarse...— se saca la ropa y la cambia de posición, solo para volver a ponerla, pero al revés — ¡Ve por San!

— ¡Changkyun, hijo!

— ¡Mamá! —la sacude — Hazme caso, toma a San, lleva agua y algo de comida, vayan al río y esperenme, muchos van para allá, está Villa ya no es segura— la suelta.

La mujer se tapa la boca y llora, a lo lejos los gritos se intensifican, vienen de todas partes, como si el infierno haya consumido la tierra. Así que ella corre a la habitación del niño, encontrando el horror en marcha tras abrir la puerta; eran unas manos cadavéricas, envueltas en muerte y sangre entrando por la ventana. La mirada de un niño de dos años aterrorizada repleta de llanto, sonaba como campanadas de advertencia. Cuando la criatura famélica rompió la ventana saltando a la cama, a ella no le quedó más remedio que interceder, robando en brazos a su propio nieto.

— ¡Changkyun! — gritó con angustia. El hombre entró apuntando el arco, y sin pensar disparó en la cabeza de la criatura— ¡Vayan ahora! — dio un salto por la cama y observó desde la ventana.

Las primeras casas ardían en llamas, había gente corriendo por todos lados y niños siendo llevados a cuestas por criaturas abominables. El ambiente estaba pesado, le costaba respirar la brisa nocturna, casi como si el aire se hubiera congelado. Entonces, el estruendo colosal de la puerta principal lo volvió una realidad desgarradora. Yendo hacia el peligro, se encontró con la abominación en persona, blanca como la nieve, resaltando los ojos plata como la luna. La princesa estaba en su puerta, tapando la salida con un pequeño séquito de vampiros a su cargo, por detrás flameaban las antorchas en un símbolo que, durante los años siguientes, serían un sello tradicional.

Changkyun lanzó una flecha sin pensarlo, realmente estaba temblando, la mismísima muerte se jactaba de su poder delante de él y su pobre familia. Pensó que su astucia con el arco iba a poder superar a los poderes malignos de aquellos seres, pero el lanzamiento quedó suspendido en el aire, flotando a escasos centímetros del rostro majestuoso, así que, viendo su intento inútil, decidió tirarse delante de su familia para protegerlos. Sus brazos abiertos de par en par, su expresión vacilante entre arrepentimiento resultó lo único que fue capaz de expresar tras una súplica.

Colmillos falsos [YunSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora