Faceless Love

08| ¡¿Clara?!

"¡¿Clara?!"
Narrador| Amaya

⚠️Advertencia +18

Que agradezca que despertó primero que yo, porque si hubiese abierto mis ojos y lo veo acostado a mi lado, le doy una patada tan fuerte que le quedaría doliendo hasta su siguiente vida.

Me levanté de la cama, y noté como el otro lado de esta también estaba arrugado.

¡Ese idiota se acostó a mi lado!

Caminé hacia la puerta, y cuando volteé una última vez hacia atrás, noté que en el suelo, a un costado de la cama, había una almohada y una manta tirada.

Oh, ¿durmió ahí?

Asesino pero con modales, interesante.

Salí de la habitación y lo primero que mis ojos vieron fue a Black, sentado sobre una de las sillas que estaban frente a la mesa en la que habíamos dejado todas nuestras teorías escritas.

—¿Tan temprano leyendo?—pregunté, desviando mi vista hacia mi lado izquierdo, viendo a Clara y White durmiendo sobre uno de los sofás—¡¿Clara?!

Ella despertó de un salto, y rápidamente se apartó, levantándose del sofá al ver a White a su lado.

—Me dormí—se excusó rápidamente, carraspeando nerviosa. Alcé una de mis cejas, sabía que estaba mintiendo.

—Claro—Black pareció decirlo en un tono burlesco, y dejó sobre la mesa las hojas que estaba leyendo anteriormente, levantándose de aquella silla y caminando hacia la salida de la cabaña—sigan trabajando, no puedo soportarlas durante tanto tiempo.

Desgraciado.

Cuando volteé hacia el sofá para encarar a Clara, White se había levantado también, acomodando su máscara y entrecerrando sus ojos al observarme.

—¿Qué?—preguntó, al notar que yo no le quitaba la mirada de encima.

—¿Qué de qué?—respondí con otra pregunta, y él bufó, haciendo un ademán con su mano para restarle importancia a mi queja. Caminó hacia la salida y dejó la puerta abierta mientras salía a ayudar a Black a cortar trozos de leña.

—Tienes mucho que explicar—murmuré, volviendo mi vista a mi amiga, quien pareció querer desaparecer de la faz de la Tierra.

—No me juzgues—pidió, y yo rápidamente negué con mi cabeza—bien, te voy a contar.

—¡Habla!—exclamé ansiosa.

—Solo me tocó, es todo—ella se alzó de hombros en un intento de parecer desinteresada en el tema, pero la conozco lo suficiente para saber lo nerviosa que está.

—¿Dejaste que te masturbara un asesino al que ni siquiera le viste la cara?—pregunté directamente, y ella enrojeció de la vergüenza.

—¡Amaya, no tan directa!

—Lo siento.

—Sí—confesó.

Vaya, la verdad me lo vi venir desde que empezaron a hablar como si fuesen amigos. Cuando íbamos caminando hacia la tienda conversaban animadamente sobre aquella película.

—Pero solo ha sido eso, no fuimos más allá—aclaró precipitadamente. Yo asentí, no quiero que ella crea que pienso mal de ella, de hecho, jamás haría algo como eso.

La amo como si fuese mi hermana.

—Sabía que estabas loca, así que tranquila, no me sorprende—bromeé, intentando calmarla.