10| Confesiones

42.4K 3.1K 3.2K
                                    

"Confesiones"
Narrador| Amaya

—¿Aquí hay osos?—me atreví a preguntar, mientras él me extendía una chaqueta—¿qué?

—Póntela, hace frío afuera—yo la tomé y me la puse, me quedaba bastante grande, pero era mejor así, de seguro me cubría mas del frío.

—¿Y esta chaqueta me cuidará de los osos?

—Aquí no hay osos, escuincla—suspiré aliviada al oírlo, es un peso menos de encima—el último oso que había nos lo comimos ayer con White.

Ah.

Debió ver mi expresión de completa repugnancia y asombro, porque soltó una sonora carcajada.

—Eres tan fácil de asustar, bee.

—¡Que me dejes de decir así!—me quejé, señalándolo amenazante con mi dedo índice.

—Escuincla, que te haya metido los dedos no significa que no te metería un cuchillo también, así que cierra la boca—rodee los ojos, intentando ocultar el sonrojo que me provocaba recordar lo que hicimos hace unos minutos.

Salimos de la cabaña e iniciamos nuestro recorrido a lo largo del bosque. Él lo conocía perfectamente, y yo solo confiaba en que no me enterraría un cuchillo por la espalda.

Hubo unos minutos de silencio, y yo comenzaba a hacerme preguntas. En la escuela todos sueles ignorarme, a veces pienso que es por la estupidez del capítulo de la abeja Maya, pero recuerdo que desde hace años atrás yo era la típica apartada en el salón.

La aburrida y poco sociable Amaya.

—¿De verdad soy molesta?

—Sí, pero también estás buena, así que debo hacer mis sacrificios y soportarte—lo soltaba con total sinceridad, pero eso no era lo que más me impresionaba—¿Qué te pasa?

—Nada—contesté rápido, carraspeando y volviendo mi vista al frente—eres la primera persona que me dice eso, sin contar a Clara.

—A la gente le cuesta ser sincera, bee.

—Eres un idiota—mencioné—¿ves? A mi no se me hace tan difícil—escuché una pequeña risa de su parte, mientras sus dos manos se metían dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Voy a confesarte algo que subirá tu ego.

—¿Qué cosa?

—Eres mucho más que un físico lindo, Amaya, tu forma de ser es...interesante—soltó, y un toque de nerviosismo adornó la última palabra.

Por fuera estoy actuando normal.

Por dentro estoy gritando.

¡¿Qué tan mala debe ser mi suerte para que el primer cumplido me lo dé un asesino?!

Suspiré, tratando de ocultar mi emoción.

—Pensé que me odiabas.

—No te soporto—corrigió—es diferente.

—¿Es decir que no quieres matarme?

—Depende del día—contestó, ¿cómo se atreve a darme esa respuesta?—¿No pudiste elegir peor horario para venir acá?

—Tu querías acompañarme.

—No te quejes, vine contigo porque estabas chillando por los osos.

—¡Dijiste que no habían osos!

—¿Dormiste en la misma cama que un asesino y te da miedo un oso?—me quedé en silencio, procesando lo que me acababa de cuestionar.

Bueno, razón no le faltaba.

Faceless Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora