17| Arresto

33.4K 2.5K 1.5K
                                    

"Arresto"
Narrador| Clara

—Aquí—Gray nos señaló un armario algo antiguo, y ambas nos apresuramos en entrar. Él lo cerró, y escuché sus pasos por la habitación, mezclándose con el ruido de alguien más entrando.

—¿Dónde están?—su tío, mierda.

—Las vi saltar por la ventana, escaparon.

—Gray, por favor—su voz sonaba algo sarcástica, y me tensé al escuchar que sus pasos se acercaban.

Miré a Amaya, quien me hizo una seña con su mano.

Carajo, ya hará otra locura.

Los pasos de aquel hombre estaban prácticamente frente a nosotras, y en cuanto estaba a punto de gritar por el miedo a que nos viera, Amaya pateó la puerta del armario para que se abriera abruptamente, impactando contra el rostro de aquel hombre.

—¡Corran maldita sea!—Gray apuntó la puerta y Amaya fue la primera en cruzarla, mientras yo con mis piernas temblorosas intentaba seguirle el paso.

—¡Buscaré un teléfono, tú busca la salida!—su grito se hacía menos sonoro cuando la vi desaparecer en una de las puertas, el lugar era enorme y ni siquiera sé hacia donde correr.

Amaya era como la protagonista de las películas de terror que podía sobrevivir con su ingenio e impulsividad, yo en cambio era la extra que se salvaba porque Diosito la estuvo amparando.

Corrí apenas logré divisar unas grandes escaleras, y al final de estas, la gigantesca puerta principal.

No te caigas, no te caigas, no te caigas.

Me repetía en mi cabeza cada vez que bajaba un escalón. Volteé rápido para ver que no me siguiera, y al no ver a nadie, respiré profundamente, terminando de bajar por aquellas escaleras para intentar llegar a la puerta.

Dos figuras se lograban ver borrosamente a través del cristal de la puerta, y temerosa, busqué algo con que defenderme.

¿Y si llamó a los hombres que trabajaban para él?

Santa mierda, ¡¿y si son los mismos hombres que asesinaron a los padres de los chicos?!

—¡Firefly!

Mis teorías terroríficas en donde resulto asesinada se esfumaron en cuanto escuché su voz. Tragué grueso antes de tomar la manilla de la puerta y abrir.

—¡¿Cómo mierda se les ocurre?!—el grito de Black volvió a exaltarme, y buscando algo de paz, me acerqué a White para abrazarlo—¿y la escuincla?

—¡No me llames así pedazo de idiota!—terminé de aliviarme cuando me volteé, viendo a Amaya bajar las escaleras apresurada.

—¿Estás bien?—White volvió a llamar mi atención, y sin saber cómo responderle realmente, me limité a asentir con la cabeza—no hagan algo así de nuevo, por favor—sonreí levemente, afirmándole que no volvería a ocurrir.

Y vaya que no lo haría de nuevo.

—¡¿Tu acaso quieres que te maten, escuincla?!

La diferencia de personalidades es realmente increíble, Black demuestra su aprecio de una forma más...¿intensa?

—Mejor cállate, solucioné tus problemas como siempre lo hago—mencionó ella—llamé a la policía, hay que entregar a tu tío.

—Nosotros también asesinamos—agregó White, y golpeé su hombro para que cerrara la boca.

—No tienen por qué saberlo—dije.

—No sé cómo ocultan los cuerpos, pero los hicieron desaparecer, así que mientras no levanten sospechas, dejen que encierren al verdadero culpable, su tío—Amaya habló firme, y me impresiona que esté pensando en dejar libre a Black y White también, ella siempre fue una persona a la que le gustaba la justicia.

Faceless Love Where stories live. Discover now