Capítulo 6

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—Mira mi nuevo color de cabello, Teletubbie

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—Mira mi nuevo color de cabello, Teletubbie. ¿Te gusta?

Unos reflejos rubios se entremezclaban con su cabello castaño y resaltaban sus pómulos. Sien acababa de sacarse el pelo y, aunque estaba medio despeinada, el resultado podía verse a simple vista. Ella estaba convencida de que le quedaba excelente. Pero la forma en la que Dylan arrugó la nariz le hizo notar que algo no andaba bien.

Sien optó por una técnica de persuasión más básica pero también más efectiva. Un insinuante dedo índice rasgó la piel de su esposo y desabotonó un botón de su camisa. El buen humor de Dylan despertó, al igual que algo que estaba debajo de su pantalón. Cerró los ojos un momento, atormentado por la lujuria.

—Creo que… —Él hizo una pausa para evitar que se le escaparan sonidos indebidos con Woody en la casa—. Creo que deberías buscar otro color. Estás igualita a mi ex.

—¡¿Cómo dices?!

Sien hizo un movimiento exagerado, como si le hubieran clavado un puñal en el pecho, y se recuperó a los pocos segundos. Su cara pasó de un dramatismo fingido a una ira auténtica. La víctima de su bipolaridad fue el mismo pote de tintura, cuyo líquido acabó desparramado sobre el piso. No obstante, Dylan no se percató del enchastre: sus ojos estaban fijos en los senos de su esposa.

—¡Zorra malparida! —gritó Sien mientras cerraba la puerta del baño con un estruendo—. ¡Siempre tienes que cagar todo lo que te pones!

Al poco tiempo, se escuchó el sonido de unas canillas y de unos productos de belleza al abrirse. Dylan se quedó pegado a la puerta, casi como si disfrutara de sentir el temperamento de Sien a través de la madera. En su rostro no había preocupación: solo una pequeña mueca de divertimento.

—¡Salgo en un segundo!

Woody irrumpió en escena y bajó las escaleras de la casa de Mila a toda velocidad. A Dylan le extrañó escuchar tanta emoción en su garganta y decidió observar la escena desde un segundo plano. Ni bien vio la cabellera de Chris en la puerta, comprendió la razón de tanto alboroto: el partido del Green Bay Glory.

Ambos hicieron una tregua: Dylan dejó ir a Woody y Woody, a Dylan.

El niño saludó a Chris con un pequeño abrazo y sonrió al ver lo que tenía enfrente. Chris llevaba unos shorts deportivos, una camiseta del Green Bay y la bandera del equipo pintada en la cara. Su maquillaje había comenzado a derretirse por el calor: blanco, verde y violeta desconocían los límites y se habían fusionado en una extraña combinación.

—Veo que mi espíritu deportivo te parece gracioso —se defendió Chris—. Aún prefieres ser el grinch de esta Navidad.

Paris los esperaba estacionado en la puerta, a bordo de un reluciente Twingo GT. Woody y Chris se colocaron a los lados de Nora, a una distancia suficiente para no incomodarla. Robin dio la señal para partir y eso hicieron. El viaje, breve pero no menos entretenido, acabó en la entrada sur del estadio.

Nadie sabrá lo que fuimos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora