Capítulo 9

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Bakugo entró en su apartamento y dejó las bolsas sobre la encimera de la cocina. Encendió la televisión y puso el canal de música rock. Empezó a sacar la compra y guardarla en la nevera y la despensa mientras Merry Go-Round sonaba. Dejó fuera la carne, el curri y el arroz y cocinó todo mientras las canciones iban pasando una tras otra. Mientras emplataba todo, su móvil sonó. Era Denki.

-Dime rubia.-le dijo Bakugo.

-Deja de llamarme así.-dijo Denki protestando.-Oye... no se como decirte esto... ¿Me podrías ayudar en una cosa?

-Depende de lo que sea.-dijo Bakugo con cuidado. A veces Denki pedía cosas algo extrañas.

-Pues... quiero... declararme a alguien.. pero... no creo que le guste a esa persona.

-No me extraña.-dijo Bakugo riéndose.-Con lo raro que eres. ¿Quién es la afortunada que quieres que te aguante?-dijo mientras daba un trago a su refresco

-Kirisima.

-¡¿Qué?!-dijo Bakugo mientras se le caía por encima de la sorpresa el vaso y casi se atraganta.-¿Estás loco? Kirisima está a punto de casarse y ¿me vienes con que te gusta?

-Lo se.-dijo Kirisima.-No se que hacer.

--Pues yo tampoco.-dijo Bakugo.-Creo que eso debes decidirlo tu si se lo dices o no. Mi consejo es que te olvides de él y busques a otra persona.

-De acuerdo.-dijo Denki algo triste.-Haré lo mejor.

-Mañana hablamos sobre el tema.-hizo una pequeña pausa.-Pero mejor no llames a Kirisima. Dejémoslo entre tu y yo.

Se despidieron y Bakugo se sentó en la mesa con el plato de arroz con pollo al curri. Se sirvió una copa de vino y lo acompañó todo con un poco de su música rock favorita. Mientras cenaba, recordó todos los momentos que había pasado así con Uraraka. Si era cierto, todos esos momentos habían sido falsos y llevaban juntos desde antes de vivir ellos juntos. Siempre pensó que habría pequeños Katsuki paseando por el piso mientras él los perseguía para cambiarles los pañales. Ahora, todo eso había cambiado. Sus planes ahora eran graduarse, conseguir un buen contrato y trabajar. El amor podía esperar.

Terminó de cenar y lavó lo que había usado. Después se sentó en la cama y revisó la hoja en la que figuraba la dirección del que le iba a dar clases. No figuraba el nombre del artista, lo que extrañó a Bakugo. Marcó a Mina y esperó.

-¿Bakugo?-dijo Mina adormilada.-¿Por qué llamas a estas horas?

-Lo siento.-dijo Bakugo mientras comprobaba que eran casi las once de la noche.-Es que he terminado de cenar hace poco y he decidido comprobar la nota que me diste. ¿Por qué no figura el nombre del pintor?

-No se su nombre.-dijo ella.-Por eso no lo puse. Pero estoy seguro de que no tendrás problemas en encontrarlo.

-Muchas gracias por aclararlo Mina.

-No hay de qué. Y descansa.

Mina colgó y Bakugo guardó el papel en la mesita. Fue hasta su armario y dejó preparada ropa para mañana. Tal y como le había dicho Kirisima, no quedaba nada de Uraraka en el piso. Se puso el pijama y se tumbó. Mientras pensaba en todo lo que había pasado mientras había estado en coma, se durmió.

Uraraka estaba en la ventana de la casa en la que vivía, observando las estrellas. Desde que Bakugo había roto con ella, todo le había salido mal. Dejó los estudios y perdió su trabajo. Sus amigos le dejaron de lado e Iida se había marchado de la ciudad durante un tiempo, dejándola sola. Toga era la única que no la había abandonado.

Conocía a Toga desde primaria, cuando la trasladaron a su aula. Toga era algo tímida, pero pronto se supo que tenía algunas manías extrañas. Le gustaba aplastar insectos y a veces hablaba sola. Además, siempre la seguía a todas partes. Un día le dijo que si quería algo de ella y Toga se marchó corriendo. Poco después, se acercó a ella y le dijo que si quería ser su amiga. Toga se puso muy feliz y estuvieron juntas durante varios cursos. Pero todo cambió cuando llegaron al último curso de primaria.

Uraraka hizo nuevas amigas y ya no estaban solas todo el tiempo. Un día, una compañera se cayó por las escaleras y dijo que había sido Toga. La expulsaron y cuando volvió le empezaron a dar todos de lado. Uraraka; a pesar de los rumores; nunca la abandono. Entonces un día todo cambió.

"Fui yo quien empujó a esa chica." le confesó ella. "Estaba celosa porque ya nunca estábamos solas." le dijo llorando.

"Toga" le había dicho ella mientras le ayudaba a secarse las lágrimas. "A mi no me importa si lo hiciste o no. Somos amigas y nunca te voy a dejar de lado. Estaremos juntas siempre."

Ese día, Toga la besó. Uraraka la empujó y le preguntó qué creía que estaba haciendo. Toga le dijo que le gustaba mucho. Las cosas entre ellas se pusieron más tensas durante las siguientes semanas. Uraraka empezó a dar de lado a Toga y empezó a hablar con otras chicas. Un mes después, encerraron a Toga. Durante unas clases de tiro con arco, disparó una flecha a una de las amigas de ella. Le atravesó un pulmón y estuvo a punto de morir. Toga dijo que lo había hecho porque le habían lavado el cerebro a Uraraka.

Y entonces; hace seis meses; decidió que lo mejor era pedirle a Toga que la dejara quedarse en su casa. Tocó a su puerta y una chica rubia con dos moños despeinados le abrió la puerta.

"¿Quién eres y qué quieres?" le había dicho al verla.

"Soy yo, Uraraka." le había dicho ella. Toga había cambiado su rostro de sueño por uno de esperanza. "¿Te importaría si me quedo un tiempo contigo? No tengo a donde ir."

Toga la acogió sin problemas. Había cambiado mucho y no era como antes. Ahora estaba mucho mejor mentalmente, aunque aún tenía ataques de ira contra otras personas.

-¿Sigues pensando en él?-le dijo Toga sobresaltándola. Era otra de las manías que tenía. Aparecía cuando menos se lo esperaba.-Deberías olvidarlo.

-Despertó hace unos días.-dijo ella.-Creo que debería ir a verle.

-No es buena idea.-le dijo Toga apoyándose en la ventana junto a ella. Llevaba puesta una camiseta con un pájaro rojo de color negro.-Si Bakugo te dijo que no quería volver a verte, deberías hacerle caso.

-Toga. Quiero saber algo.-le dijo.-¿aún sigues pensando lo mismo de mi?

-¿Te refieres a si me sigues gustando?-le dijo Toga.-Nunca he dejado de hacerlo. Pero ahora respeto tus decisiones. Si no puedo tenerte, al menos puedo ayudarte. No quiero perder a una amiga por mis caprichos.

-Me alegro de que lo comprendas.-le dijo ella.-Ojalá Katsuki comprendiera también como me siento.

-Deberías dormir.-le dijo Toga.-Casi es medianoche.

Uraraka entró dentro y se fue hasta su dormitorio. Toga dormía en la habitación de al lado. Por suerte, no la molestaba por las noches con cosas raras. Poco después de tumbarse, se quedó dormida. Toga, desde la otra habitación, no dejaba de pensar en ella. Se levantó y entreabrió la puerta lo justo para ver solo un poco. Uraraka ya dormía.

-Ojalá te dieras cuenta de tus sentimientos reales.-dijo en voz baja.-Te ayudaré a descubrir como eres realmente.

Pinceladas de amorWhere stories live. Discover now