Prólogo

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—Tranquilo podrás visitarme cuando haya vacaciones escolares, Luke

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—Tranquilo podrás visitarme cuando haya vacaciones escolares, Luke.

—Detesto que mis padres quieran regresemos a Alemania nuevamente, yo ya estoy bien acá, además acá yo ya tengo una vida.

—Cariño, tus padres ya hablaron contigo, así que solo debes aceptar, tú sabes que puedes venir a esta casa cuando quieras.

El problema era que mis padres no me habían informado sobre esta mudanza, prácticamente nada, así que no tuve tiempo para procesar está noticia.

Yo no quería dejar a mi único amigo acá, y volver estar solo mientras empiezo nuevamente desde cero.

—Que mal que te vas yo como tu amigo tenía planeado tu quinceañero como todo una princesa—le tiro un codazo para callarlo.

¿Acaso los hombres también podemos tener quinceañero?

—No es gracioso.

—Ya no te enojes, que estarás arrugado como una pasa teniendo solo quince años—Mateo me observó mientras aguantaba la risa.

—No estoy arrugado.

—Lo estás.

—Retira lo dicho—me lazo sobre él para empezar a pelear como todos unos bebés, porque no nos golpeamos como se debía.

—Niños, ya basta mejor, vayan a poner la mesa para poder comer la merienda—nos separamos al escuchar la voz de Jane, la dulce madre de Mateo.

—Lo siento—me disculpo, pero ella solo nos mira con ternura.

—Extrañaré esas pelas suyas que tienen por bobadas.

Mateo y yo nos miramos con nostalgia, ya que sería el último día que tenemos juntos para divertirnos.

—Luke, puedes traer los libros que deje en el jardín, antes que la lluvia empiece—asiento con la cabeza para ir rápidamente.

Abrí la puerta para entrar al jardín, y me doy la sorpresa, al ver a una chica sentada, leyendo los libros que me habían pedido.

Llevaba un vestido blanco acompañado de un abrigo, pero lo más hermoso fue su cabello sedoso que caía como una cascada, era muy bonita.

¿Será una ladrona?

—Oye regresa eso—grito para acercarme rápidamente, ella alza la mirada para verme sorprendida.

Me quedo quieto, cuando ella me empieza analizar con la mirada como si estuviera buscado algo en mi rostro.

—Bien, acá tienes.

—¿Quién eres?

—Lo lamento, pero me enseñaron que no debo dar mis datos a extraños, y tú eres un extraño, ni siquiera te conozco.

Al escuchar su voz angelical mis mejillas empezaron arder, como nunca me habían ardido.

Se pone de pie dándome una ventaja, ya que ella era muy pequeña de estatura, le sacaba varios centímetros.

—Yo me llamo Lu—no me deja terminar mi presentación, porque salió del jardín para irse por la puerta trasera con rapidez.

Esto fue extraño.

— ¿Luke?

—Dime...

— ¿Ocurre algo? Estás cómo embobado.

—Acabo de encontrarme con una chica sentada leyendo unos libros, pero no me quiso decir su nombre, solo se fue corriendo.

—Ella es así, no le gusta tanto socializar.

— ¿La conoces?—pregunto con ilusión mientras me volteo para mirarlo fijamente.

—Sí, ella es mi prima, vive en la casa de al frente, pero suele venir a leer acá algunas veces.

—¿Cuál es su nombre?

—Amy... Bueno, su nombre es Amelia, pero yo le digo Amy.

—Amelia...

Conocí a muchas chicas en la escuela, pero jamás vi a una como ella, ella tenía algo en peculiar que me atraía, pero no tuve tiempo de reconocerlo.

Tenía unos ojos cafés muy bonitos acompañado con un hermoso tono de piel que no era ni blanco y negro si no que era intermedio, pero me gustaba mucho su cabello sedoso.

¿Acaso sufro por un flechazo por la prima de mi mejor amigo?, ella se ve que es más pequeña que yo y no solo por la altura.


¿Acaso sufro por un flechazo por la prima de mi mejor amigo?, ella se ve que es más pequeña que yo y no solo por la altura

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