Ambos guardaban un secreto, pero ninguno quería revelar los suyos, pero siempre hay alguien que se doblega por el otro ¿No?
Ella desde de salir de un internado siquiátrico decidí mudarse con su primo para así empezar de cero y tratar de mejorar.
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Luke
Acá estoy viendo dormir al amor de mi vida en su cómoda cama mientras yo estoy en el sofá, pero por alguna razón no estoy ni siquiera molesto estoy demasiado feliz.
No lo voy a negar desde joven decía que jamás quería tener hijos, pero cuando la conocí mi mundo se puso pastas arriba y todo lo que menos me gustaban cambio. No veo la hora de conocer a nuestro pequeño hijo o hija.
No veo la hora de ser una familia.
—Mmm.
Me acerco a ella al escuchar que se empezaba a mover.
—Amy...
Al escuchar mi voz se acercó a mi aún dormida y se recostó en mi pecho. Acaricie su cabello con cuidado mientras la observa, sus mejillas rosadas y sus labios algo rojos se veían tan apetitosos.
Bese su frente y ahí fue donde despertó.
—Hola.
—No vas a preguntar como estoy o algo así.
—Te dije que podrías irte a tu casa a dormir, pero ya tu que quieres ser mi niñera.
—Como no serlo, tienes a nuestro hijo dentro de ti así que debo cuidar de ambos.
—Estoy bien.
—Ya escuchaste o doctora ayer, Amelia, nada de moverte tanto mejor descansa yo me encargo de todo.
—Pero tienes mucho trabajo, Luke, no puedes dejarlo todo por venir a cuidarme.
—Me importa un carajeo el trabajo, Amelia.
—Solo falta que por las noches me escuches respirar.
—Lo solía hacer siempre cada que terminábamos de hacer el amor—ella se sorprendió un poco.
—Luke, no digas eso.
—Así creamos a nuestro bebé, ¿que no lo recuerdas?
—Yo...Claro que si.
—Fue antes de la boda de Mateo, no logramos esperar ni un segundo—vi como apretó las sábanas con sus pequeñas y suaves manos.
