Capítulo 3: "Cigarrillos"

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Taehyung


Mi primer día de clases en el nuevo colegio fue tal como pensé que sería: una auténtica porquería. No dejaban de mirarme fuera donde fuera como a un bicho raro. Me seguían pares de ojos incluso hasta en el baño. Era incómodo y aterrador. Todo por culpa del egoísta de mi padre.

Era tan molesto tener que resetear mi vida previa a la mudanza. Se sentía como un borrón y cuenta nueva, y detestaba con todo mi ser tener que vincularme con gente que nunca antes había visto, teniendo mis viejas amistades en Daegu. Aquí parecían más interesados en desentrañar mis secretos más oscuros que en acercarse verdaderamente a mi ser auténtico.

Creo que de todos modos no les hubiera caído bien.

Con el asunto de la mudanza y el cambio de aires, pensé que no sería mala idea un cambio de imagen. Digo, pues las cosas a mi alrededor mutaban convirtiéndose en un entorno desconocido por descubrir entonces, ¿por qué no transformarme yo también? Dejar atrás al antiguo Taehyung, el intelectual y amigable, para darle paso a alguien enfadado con la vida.

Mi metamorfosis comenzó a darse durante las últimas semanas que pasamos en mi ciudad natal, tras la negativa de mi padre a dejarme con mi abuela para conservar mi plaza en el instituto. Era terco como una mula y no daría el brazo a torcer.

Decidí que adoptaría una personalidad que rivalizara con las intenciones de mi familia, para lo cual necesitaba una apariencia pendenciera que rompiera con el ideal de hijo de la aristocracia Kim que tenían de mí. Entonces fui a la mejor tienda de tatuajes que había en la ciudad y gasté por completo el dinero que mi padre depositaba mensualmente en mi fideicomiso, a modo de protesta. ¿El resultado? Dos brazos y el pecho entero lleno de tinta, hasta el cuello, con un diseño personalizado de ilustraciones chinas antiguas entre las que destacaban coloridos dragones entrelazados, geishas tímidas, escenarios de batallas sangrientas y animales salvajes en posiciones de ataque.

La cosa es que solía ser un tipo bastante sumiso ante los comentarios despectivos de mi padre. Jamás le discutí nada, sólo agachaba la cabeza y respetaba lo que me decía. Creía en cada una de sus palabras, que me atacaban sin piedad como dagas, directo a mi orgullo.

Concretamente, no había casi nada en mí que los decepcionara. Era un hijo modelo, estudiante fervoroso, mis notas eran las mejores del instituto, no tenía problemas con nadie y ni siquiera consumía sustancias ilegales. Lucía como un snob de primera calidad.

Sin embargo, eso no les impedía a mis padres encontrar manchas en lo que hiciera. Estaban buscando sin parar cualquier mínimo error, cualquier tropiezo, para señalármelo. Se mofaban incluso delante de otras personas, incluyendo a mis amigos y compañeros de clase cuando los llevaba a casa.

Ah, pero a Seokjin, mi hermano mayor, lo condecoraban con rosas. Era el hijo más agraciado, el que cumplía con sus estándares. Perfecto de pies a cabeza, fallar no se encontraba dentro de su vocabulario. Por eso me comparaban con él a menudo, sin importarles que pudiera llegar a odiarlo por tenerles más cariño a él.

Los tatuajes fueron una especie de salida para mí. Me habían interesado durante muchísimo tiempo, aunque no me atrevía a hacerme ninguno. Manchar mi piel para siempre supondría un castigo y, si lo pensaba bien, tener que cambiarme a una ciudad a más de doscientos kilómetros para recomenzar, ya era suficiente condena.

Así que ver la cara de rabia de mi padre cuando descubrió los primeros trazos en mi cuello, bajo la camisa, me otorgó una dulce satisfacción. Con eso le demostraría lo que sería el inicio de mi conducta insubordinada. No me detendría hasta dañar el honor de su apellido. Si iba a ser el peor hijo, al menos le daría la razón.

Before the baby ║ Kookmin/VminWhere stories live. Discover now