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Capítulo veintisiete.

"Demasiado tarde"

La pareja de jóvenes caminaban en completo silencio en dirección hacia la casa de el cenizo, quién por una extraña razón parecía nervioso y lo decía en la manera que apretaba sus puños y sus labios temblaban ligeramente.

— Bakugou-kun.— le llamó entre susurros la castaña.

—¿mmn?

—Creo que aisawa-sensei se le olvidó pasarnos las pertenencias de la bebé.

—Carajo.— murmullo antes de rebuscar en su bolsillo, teclear rápidamente antes de llevárselo a su oído y mover con impaciencia sus dedos.

—¿Qué estás-

—Oye pelo de mierda, ve a comprar pañales de bebé...¿Ah?¿Estás ocupado? Entonces vete a la mie- ajá...¿Dices que el copia barata de pikachu? Bah ese idiota no sabe ni como se apellida ...bien ...dile que venga a mi casa lo más rápido posible....¿¡Ah!? ¡Porsupuesto que los putos pañales no son para mí!¡¿Es que eres imbécil!? Ajá..si como sea, adiós.

*colgó*

La castaña miraba con los ojos como platos al cenizo, ¿Cómo demonios ese par había terminado siendo sus amigos? Es más, ¿Cómo es que se mantenían tan serenos con el cenizo?

—Oi cara redonda.

—¿S-Si?

—No te preocupes por los pañales, ya está solucionado el problema, como sea, hemos llegado.— comentó entre suspiros.

—wow— emitió sorprendida de poder admirar la reluciente casa de el cenizo, quién dudoso la tomó de la mano, adelantando el paso evitando que ella lograse verle el rostro.

El cenizo sacó unas llaves de sus pantalones antes de introducirla en la entrada y abrirla de un solo movimiento. Las luces parecían estar todas apagadas, el silencio era de alguna u otra forma entremecedor, en especial para el cenizo, quién sabía como era de escandalosa su madre como para ser capaz de no hacer ningún clase de ruido. Dudoso se adentró antes de notar que el auto de sus padres no estaban.

La castaña notó una pizca de alivio por parte de el cenizo, quién suspiro aliviado de saber que "la loca bruja y el viejo" no estaban.

—Entra.— indicó en voz baja, —¿Comiste algo antes de venir?

—No..jeje.

—Que tonta, —murmuró, —Supongo que no hay más remedio de cocinar.

La castaña sonrió antes de caer en cuenta que la bebé aún seguía en sus brazos.

—¿Donde dejo a la bebé?— inquirió dudosa.

—En mi habitación.

—¿Eh?

—Sube las escaleras y dobla hacia la derecha.— indicó sin mirarla.

Algo que realmente lo tenía nervioso era que la castaña conociese su habitación, era la primera persona del sexo opuesto que entraba a su habitación, aparte de su madre claro.

«Joder parezco un puto virgen.» pensó avergonzado de llegar a inquietarse tanto con ese simple hecho.

Escuchó los suaves pasos de la castaña subiendo escalón tras escalón, se estremeció el escucharla ya en la planta de arriba.

La castaña observaba la habitación de el cenizo con sus mejillas altamente rojas de la vergüenza.

«Toda la habitación está impregnada de el holor de bakugou.» pensó estando a punto de estallar y desmayarse pero aún no, aún era demasiado pronto, después de todo, tenía una bebé a la cual cuidar responsablemente.

💥 l ¡¿ᴜɴ ʙᴇʙᴇ́?́! l [ᴋᴀᴄᴄʜᴀᴋᴏ]💥Where stories live. Discover now