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Capítulo veintiocho.

Se relamio los labios con impaciencia antes de reclamar los labios de la castaña y saborearlos con lentitud, hasta el punto de querer saber si realmente esos dulces labios se habían vuelto su mayor adicción.

Los carmesís ojos de el cenizo se habían oscuresido de una manera realmente extraña. Con sus manos recorría la espalda y cintura de la castaña hasta sentirla entremecerse de manera tentadora.

— Ochako..— musito su nombre contra sus labios antes de enterrar sus dientes en ello hasta el punto de probar por primera vez la sangre de la castaña quién se alejó de el cenizo antes de mirarlo de mala manera.

—Eso me dolió, ¿Crees que es divertido sentir que tus labios sean dañados por tus dientes?¿Siquiera saber que se siente ser mordido?

El cenizo río.

—Ya verás..— murmuró para si misma antes de lanzarse al cenizo, obligandole a retroceder hasta caer de espaldas a la cama siendo montado por ella.

Sin darle tiempo a decir algo, la castaña enterró su rostro en el cuello de el cenizo antes de enterrar sus dientes en la piel de bakugou, quién la miró con evidente sorpresa.

«¿Es que acaso no le dolió?¿Debería morderlo más fuerte?»

Con enfado recorrió con sus labios el cuello de el cenizo hasta llegar a su clavícula y succionar con fuerza su piel hasta oírlo jadear por ello. La castaña observó con satisfacción la casi morada marca que había dejado, antes de alejarse con ingenuidad con la idea de haberle hecho daño al cenizo quién el lugar de estar enfadado o dolido, parecía estar demasiado agitado.

—¿Por qué tú- — intentó preguntar la castaña extrañada de ver la deseosa expresión de el cenizo, quién la tiró de su camiseta, acercándola de golpe hasta volver a atrapar sus labios y esta vez con más brusquedad. Con una de sus manos rodeó la cintura de la castaña impidiendo que se alejase quién a esas alturas parecía estar a segundos de asesinarlo.

Uraraka con enojo mordió los labios de el cenizo, quién por su repentina acción se alejó levemente antes de caer en cuenta de lo molesta que estaba por ello.

La castaña rió repentinamente sintiéndose victoriosa.

—¿Ahora lo entiendes? Jah— comentó satisfecha de poder admirar al cenizo tocándose un tanto sorprendido sus labios.

«Eso no lo vi venir.» pensó el cenizo con una ligera sonrisa en sus labios.

—¿Y bien?— inquirió acercandose peligrosamente a la castaña.

—¿Qu-Que pasa?

—¿Quieres intentarlo otra vez?— musito a escasos centímetros de sus labios, —¿Temes perder?

Uraraka jamás en toda su vida se había sentido tan provocada a realizar algo. Presa de su orgullo negó con la cabeza.

—Hagámoslo.

—Si, pero con una condición.— añadio el cenizo.

—¿Cuál condición?

—Deberás iniciarlo tú.

«¿Iniciarlo yo? Eso es pan comido.» pensó confiada la castaña de sí misma.

Con una amplia sonrisa se apresuró a acercar sus labios a los de el cenizo, quién la miraba directamente a los ojos. La castaña se avergonzó de la atenta mirada que le dirigía.

«Es más difícil de lo que pensé.»

—¿Vas a hacerlo cara redonda?

La castaña volvió a intentarlo y esta vez cerró sus ojos fuertemente mientras acercaba sus labios lentamente.

«Sus ojos cerrados y sus labios con forma de pato son realmente divertido.» pensó el cenizo antes de soltar una involuntaria carcajada, causando que la castaña abriera los ojos curiosa.

—¿Que pasó?

—Na-Nada.— respondió reteniendo una segunda carcajada.

—¿Pero de qué te ríes?

—De nada.

Sin retenerlo más empezó a reir fuerte antes de ganarse un golpe por parte de la castaña quién se cruzó de brazos con enojo. El cenizo río con más ganas.

—¡Deja de reírte idiota!— exclamó con sus mejillas ruborizadas, —No es gracioso.

El cenizo dejó de reir en el instante que la vio abrazarse así misma mientras se volteaba.

«Mierda.»

—Oi cara redonda.— le llamó dudoso, —¿Estás enojada?

—No lo estoy.— respondió secamente.

—Si, si lo estas.

—No.

—Si lo estás.

—Dije que no.

—Si lo estás.

—¡Que no estoy enojada imbécil de mierda!— exclamó volteandose, dedicándole una espeluznante mirada.

—Vas a despertar a la sanguijuela.— comentó el cenizo señalando a la bebé que estaba durmiendo tranquilamente.

—Idiota.— murmuró levantandose.

—¿Hacia donde vas?

—Eso no te importa.

El cenizo se estremeció ante la idea de que la castaña se enojase con él, no era la primera vez pero fue realmente desesperante cuando se había molestado con él en la cabaña. Con rapidez se puso de pié antes de acercarse por detrás de la castaña y abrazarla hasta enterrar su rostro en el cuello de esta.

—Sueltame katsuki.

El cenizo dudó repentinamente pero aún así se mantuvo firme antes de depositar un camino de besos desde su cuello hasta su oído.

—No te enojes conmigo cara redonda — murmuró suavemente, —No quise hacerte enojar.— añadió lo último con un suave tono de aver sido regañado.

La castaña rió para si misma. Sabía perfectamente que el cenizo se volvía así de pegajoso con ella cuando las cosas estaban en su contra y buscaba su perdón.

El sonido de el timbre los interrumpió a ambos. El cenizo se separó suavemente de la castaña antes de abrir la puerta y bajar las escaleras hasta llegar a la puerta principal y abrirla.

—¿Alguien dijo pañales?

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¡Holis! Espero les halla gustado este capítulo uwu.

¿Qué les pareció?

Bueno sin más que decir...

Sa-yo-na-ra <3


💥 l ¡¿ᴜɴ ʙᴇʙᴇ́?́! l [ᴋᴀᴄᴄʜᴀᴋᴏ]💥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora