Capítulo 25

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A Harry le toma más tiempo del necesario lograr despertar.

Es el estrépito de su teléfono móvil el que le hace salir de su sueño, enfocarse en las mantas que le cubren, y abrir los párpados para enfocar la habitación oscurecida por las cortinas y ventanas cerradas.

Tantea con su mano en la cama, palmeando hasta que encuentra finalmente en bendito aparato que parece haberse creado solo para molestarle, y una vez en sus manos, responde sin siquiera ver quién llama.

—¿Bueno? —dice. Su voz sale más ronca de lo habitual y su garganta pica por todo el rato en el que no ha usado su voz.

La persona al otro lado de la línea aclara su garganta, y a Harry no le cuesta ni un poco darse cuenta que se trata de Louis.

—Buen día —Louis dice como primer saludo—. ¿Te he despertado?

Harry apenas eleva la comisuras de sus labios, enterrando su cabeza entre las almohadas y cubriendo su cuerpo por completo con esa manta que tanto le gusta.

—Algo así —responde. Inevitablemente, la risa se desliza en su voz y de inmediato queda expuesto; Louis se da cuenta de la sonrisa latente en el rostro del omega sin siquiera mirarle.

—Lo siento, supuse que estarías despierto por llevar a Kenai al jardín.

El omega asiente, y cuando se da cuenta de que el hombre no puede verle; rueda sus ojos esmeralda.

—Llegué hace unos treinta minutos, me parece —murmura Harry. Hace una pequeña pausa donde muerde su labio inferior, y retoma la compostura—. Quería dormir hasta que se hiciera la hora de ir por él.

A través de la línea se escucha el carraspeo en la garganta de Louis antes de que su voz se adueñe del lugar una vez más.

—¿A qué hora es eso?

Harry retira el teléfono de su oreja solo para ver la hora en la pantalla.

—En tres horas, más o menos —responde.

—Ya veo...

Ante la falta de información en su respuesta, Harry decide preguntar sobre aquello que le ha estado picando en la punta de la lengua desde el día anterior.

—¿Qué tal les fue ayer en la consulta?

Entonces, ha pasado poco más de una semana desde que Louis y Harry se vieron por última vez. El omega se tomó muy en serio aquello de darle su espacio al hombre, y Louis solo puede agradecer por ello.

Pese a no verse en días, no ha habido noche en la que Louis no llame —a excepción de la noche anterior, sin embargo, recibió un mensaje del alfa—. Harry, interesado, siempre comienza preguntando lo mismo: "¿Cómo les ha ido?" Y Louis suspira antes de comenzar a hablar sobre lo que hizo durante el día.

Resulta que ha sido una semana entera de Louis en el hospital con su hija. Consultas médicas, charlas con especialistas, exámenes, pruebas de sangre, placas y otro montón de cosas que a Harry le parecen agotadoras de solo escucharlas.

—Bien, supongo —murmura Louis en respuesta—. Ayer Alexander dejó la ciudad por trabajo y Nimbe estuvo una hora entera llorando. Ni siquiera dejó que le sacasen la sangre y tuvimos que volver a casa.

Harry frunce sus labios aún con su cuerpo escondido entre las mantas. Se remueve un poco y suspira.

—Pobre nena —Harry dice, un puchero formándose en sus labios—, es tan difícil dejar a los cachorros, pero más difícil es para ellos.

Debe admitir que entre sus palabras hay pequeños tintes de castigo para él mismo por su estilo de vida. De todos modos, ya está acostumbrado a torturarse.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora