Capítulo 36

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Un ronquido ligero es lo primero con lo que se encuentra el alfa cuando despierta. Sus párpados se cierran rápidamente después de cruzarse con un rayo de sol que está colándose por la cortina y, por puro reflejo, levanta su mano para tapar su rostro.

Parpadea una vez más lentamente saliendo de su ensoñación solo para ser consciente de las hebras de cabello que tiene alrededor de su rostro causándole un cosquilleo que se torna un poco molesto. Mueve la nariz de un lado a otro cuando estos mechones intentan escabullirse por sus fosas para hacerle estornudar, y termina por levantar la cabeza de la almohada para deshacerse de la incomodidad.

Una vez que su cabeza cae en la suavidad de su cama de nuevo, Louis se hace consciente del cuerpo que tiene delante de él, de la calidez de la piel pálida que lo mantiene cerca, una respiración lenta yendo al compás de la suya propia, un ronquido pequeñísimo acompañado de la inhalación y el aroma suave que lo envuelve.

Harry huele tan bien.

Para él es incómodo encontrar en el aire un aroma además del suyo propio. Ha pasado las últimas semanas completamente acostumbrado a no hallar nada más que perfume en la piel del muchacho, y ahora, de repente tiene esta mezcla de sensaciones cada vez que toma una bocanada de aire y se topa con este exquisito sabor en sus papilas gustativas. Es un sabor tan suave, apenas presente, pero para él simplemente resulta demasiado para procesar el poder saborear con solo olfatear.

Sin embargo, Louis está plenamente feliz con eso. No va a negar que le agobiaba el hecho de Harry ocultando su aroma, paralizándose cada vez que el alfa se descolocaba y terminaba olisqueando en su cuello en busca de algo. Y pese a la interrogante que siente en su pecho, Louis no sería capaz de preguntarle al muchacho la razón del disimulo de su aroma. Algo más dentro de él le asegura que la respuesta terminaría hiriéndole más que saciando su curiosidad.

Louis, de alguna manera, se las arregla para recuperar su mano del agarre del omega, quien durante toda la noche no se apartó de su tacto ni por un instante. Si Harry se movía en la cama, lo hacía arrastrando al alfa junto a él, y si Louis se removía un poco, el omega colocaría su mano en el pecho del mayor para asegurarse de que estaría allí en todo momento.

Hay una sonrisa escabulléndose por su rostro solo por la situación que se reproduce en su cabeza, y termina negando mientras aparta las mantas de su cuerpo. Deja la cama con sumo cuidado para no despertar al omega, y planta un beso suave en sus rizos antes de apartarse por completo.

Va directo a su armario, toma una playera negra y la desliza por su cuerpo sin prestarle demasiada atención, y una vez que tiene la bermuda bien atada, deja la habitación sin cerrar la puerta con fuerza.

En la sala de estar solo se encuentra con un poco de desorden que han dejado los niños del día anterior y que ellos simplemente estaban demasiado agotados por la conversación que tuvieron como para dedicarse a ordenar todo. Pasa por alto todo aquello que encuentra y se dirige a la habitación de su hija sin detenerse un instante.

Hay un estruendo en su corazón cuando toma el pomo y empuja la puerta para abrirla. Sonríe a medias cuando ve a los dos cachorros entre las mantas profundamente dormidos —Nimbe está roncando un poco incluso, algo que definitivamente adoptó de Alexander—, y no puede evitar que sus pies lo lleven de inmediato hasta la cama.

Allí, de pie junto a ellos, sus ojos se quedan fijos en el niño. Su cara pequeña está completamente expuesta a su mirada, sus párpados cerraditos y labios apenas abiertos le dan a Louis una vívida imagen del omega. Kenai luce como Harry cuando duerme. Es tranquilo, pequeño y tierno cuando se encuentra descansando, pero tan, tan terrible cuando está despierto.

Louis suelta una risa corta antes de dejar sus rodillas caer en el suelo de caoba. Suelta un suspiro cuando su rostro está al frente del pequeño y sonríe de nuevo cuando lo ve mover su nariz en medio del sueño.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora