❂ capítulo veintiséis ❂

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Maratón 100k • 1/4


✧・゚: *✧・゚:*  dedicado a Karlis   *:・゚✧*:・゚✧





ZEERAH


El cielo aún estaba oscuro cuando Zeerah salió del castillo.

Llevaba puesta una sencilla túnica que alguna vez le perteneció a su madre, así como unos sencillos pantalones debajo; rara vez usaba algo así, pero el viaje a caballo hasta Lanzer no sería cómodo en absoluto si usaba un vestido. Sobre eso, portaba su usual capa negra.

Había tratado de buscar la más decente, habían pasado meses, más bien años, desde la última vez que compró ropa nueva. Mel le había prestado uno de sus vestidos para visitar al otro clan de brujas, esperando lucir presentable como emisaria de Arwan.

Eso si la consideraban como una invitada.

Su clan no se había relacionado con otro en décadas y cuando la plaga se llevó la magia, las alianzas entre las brujas habían caído. Pero ahora estaba de camino hacia allá. No era su primera vez viajando por su tierra, pero Zeerah tenía el ligero presentimiento de que no era necesario. Ellas nunca veían a los otros clanes, dudaba que su presencia en el baile fuera importante, pero tal vez..., había algo ahí que pudiera investigar sobre las sombras antes de volver. Por eso no se había negado en ir.

Así que empacó lo necesario para los escasos días de viaje y tomó la entrada principal del castillo para guiarse hacia los establos. Estaba abriendo una de las grandes puertas de roble cuando una oleada de aire la empujó hacia atrás.

Iba a gritar, porque seguro estaba siendo atacada de nuevo. Todas estaban ahí, alguien vendría por ella y la ayudaría. Pero, entre toda esa ola de viento que acarreaba hojas de arboles y polvo, escuchó una exclamación exasperada y Zeerah nunca va a admitir lo aliviada que se sintió cuando reconoció la voz. Aun así, no dio otro paso al frente, no hasta que el viento se detuvo y ella se aventuró a mirar afuera.

Bajo los últimos rayos de luna el cabello blanco de Jaekhar era tan radiante como una estrella, así que no tardó en verlo de pie frente a la enorme masa de escamas y alas que la miraba desde el otro lado de la muralla. Estaba lejos, pasando la explanada principal del castillo, a la mitad del gran claro que separaba el palacio del bosque, pero Zeerah podía ver un par de ojos violeta brillar.

Y aunque no era la primera vez que lo veía, algo dentro de la bruja le hizo temblar.

Pero todo pareció más extraño que atemorizante. Porque el enorme dragón parecía amenazarla con la mirada, con esos enormes dientes y esas alas que parecía alzar para intimidarla. Pero frente a él, como si no fuera cien veces más pequeño, la figura del príncipe se interponía entre el camino de la bestia y de la chica.

Como si Jaekhar fuera la única razón que evitaba que ese dragón la bañara en llamas.

—¡No va a hacerte daño! —gritó, girando su cabeza sobre su hombro, llamándola para que se acercara. Lo último que Zeerah haría, sería salir con ese monstruo furioso.

—Díselo a él —exclamó ella, asomando su cabeza sin dejar de escudarse con la puerta—. Solo... llévatelo por un momento. Voy de salida, tomaré un caballo y me iré. Regresa cuando me haya marchado.

Drakhan NeéWhere stories live. Discover now