❂ capítulo cuarenta y cinco ❂

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Maratón final 1/6


ZEERAH






Podía oír el golpe de las olas contra la costa.

Solía temerle al mar, era demasiado imponente; pero, en ocasiones como esa, todo aquel temor que podría sentir, se disipaba entre la brisa que le dejaba un sabor salado entre sus labios. Podía sentir como sus rizos se alzaban ante cada oleada de viento.

Los días soleados eran raros en Nivhas, pero cuando el verano llegaba, mamá siempre se las arreglaba para sacarla del castillo; no importaba lo rigurosa que fuera su tía con las reglas -las cuáles prohibían alejarse de Gindar-, Zeerah y su madre conseguían escaparse para visitar el mar.

Y tal vez la Tierra de las Brujas estaba muriendo, pero en ese entonces el mundo de Zeerah nunca había estado tan vivo.

Era pequeña, a penas una niña, con un diente faltante y una cabellera de rizos cortos. Zeerah mantenía sus pies enterrados en la arena, el agua fría golpeando contra sus piernas cada que una ola llegaba. Se reía por cada vez que sentía cosquillas entre sus dedos.

"¡Mamá, ven!" Zeerah puso una de sus pequeñas manos sobre sus ojos para protegerse del sol, llamando a la mujer que caminaba a solo unos cuantos metros más allá, mirando hacia el cielo, deleitándose con el clima. Feliz, como siempre había sido.

De un momento a otro, Zeerah estaba riéndose, corriendo entre las olas, mientras su madre la perseguía intentando atraparla. Enalyn también se reía y le hablaba de manera juguetona mientras el agua salada salpicaba a su alrededor, Zeerah podía sentirse llena de dicha.

Las imágenes cambiaban, varias escenas de aquel recuerdo se reproducían en su mente; la playa y el calor, su risa y la voz de mamá; creía haberla olvidado, pero estaba tan feliz de que no fuera así. También recordaba su rostro y la forma en que la piel de sus ojos se arrugaba cuando sonreía. Olía a lavanda y la esencia era más fuerte cuando dejaba su cabello suelto.

"¡Mamá! ¿A dónde vas?" gritó Zeerah con esa voz aguda que tenía en su niñez. La sonrisa no había desparecido, así como esa sensación de felicidad que calentaba su pecho. Pero entre sus palabras reconoció el deje de la incertidumbre. "¿Mamá?"

Enalyn estaba algunos metros más allá. Las olas seguían arrebatando contra la costa, pero mamá estaba más al fondo del mar, el agua ahora le llegaba hasta la cintura. Zeerah la siguió, pero ya no se sentía tan dichosa.

Las olas comenzaron a ser más grandes. La fuerza del agua era cada vez mayor y ella estaba atrapada en el cuerpo de su infancia; era baja y débil, el agua comenzaba a subir por su cintura y por cada metro que avanzaba, las olas cubrían más la figura de su madre.

"¡¡Mamá!!"

Enalyn la volteó a ver una última vez, con miedo, con tristeza, justo como la última vez que la miró, muriendo en aquella cama. Cuando su enfermedad se la arrebató al fin.

Zeerah no pudo soportarlo, se lanzó hacia adelante. A pesar de las olas y del miedo. No podía perder a su madre de nuevo. El recuerdo se había tornado en una pesadilla, pero eso no le impidió seguir actuando. Nadó con fuerza e intentó buscar a mamá. Casi se ahogó, el agua entraba sin piedad por su boca y su nariz, pero no se rindió. Cuando por fin encontró su mano bajo el agua, tomó de ella y la jaló de vuelta a la costa.

El sol ya no estaba brillando; el clima  volvía a mostrarse como siempre, enterrado bajo todas esas nubes, eternamente gris. Zeerah seguía atrapada en el cuerpo de una niña cuando logró sacar a su madre del mar, alejándola de las olas.

Drakhan NeéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora