●Capítulo N°18●

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Narra Mario Calderón

Es realmente agradable pasar tiempo con Armando aunque sean unos pocos minutos antes de empezar a trabajar. Ahora mismo me encuentro sentado en el escritorio mientras el me besa de una manera cariñosa, por lo visto al parecer no tiene intenciones lujuriosas aún y no es que me moleste, solo es poco comun para alguien como el.

—Y-a, ya basta, tenemos que ponernos a trabajar –lo separe entre risas– ¿No ve que tenemos que empezar a ordenar esta oficina? Que si no la nueva presidenta nos hecha–.

—Tsk, que lo haga alguien más, ahora estoy ocupado –hizo un puchero, tan lindo– Además, no me culpe que usted me mal enseño–.

—¿Yo? fingi voz de inocencia– Pero doctor si yo he hecho nada –me acerque a su oido– Nada que no sea cumplir hasta sus más bajos deseos–.

De ser por nosotros hubiéramos seguido con lo que hacíamos pero tuve que separarme de él al escuchar la puerta sonar e intentar ser abierta por lo que no me quedo más remedio que arreglarme la camisa, bajarme del escritorio e ir a abrir.

Al abrir vi que era Patricia, que hartera. Venia a decirnos de mala gana que ya iba a comenzar el comité y que Marcela estaba reunida a sola con Beatriz cosa que por lo que vi llamo la atención de Armando, y como no, esas dos panteras hablando no podía significar nada bueno.

—Bueno, mi vida, creo que lo están esperando ese par de cruces –hable luego de que se fuera la peliteñida, pero Armando no me constesto ¿ahora que paso?– ¿Sucede algo?–.

—Me dijiste mi vida... –me sonrio enternecido, que vergüenza por Dios, ¡que cruz cargar con un hombre tan guapo!– Fue lindo...–.

¡Por dios! Que alguien golpee a este hombre tan divino. No pude evitar avergonzarme, esto de tener pareja es difícil, no puedo controlar mis sentimientos al 100%.

Narración omnisciente


El azabache depositó un beso en la mejilla del castaño avergonzadondolo aún más, pero no había tiempo para seguir con sus tan tiernas jugarretas, tenían comité y si de casualidad llegaban a llegar tarde serían mal vistos por toda la junta.

Bueno, lo tengo que llevar al calvario.  Así que, pecador, mucha suerte –le sonrió jugueton al azabache–  in nomine Patris Filii, Spiritus Sancti –le bendijo en latín con una risita burlona– Amen...–.

—¡Qué cruz! –se quejo molesto el pelinegro–.

Y así como les dijo la rubia, ambos tuvieron que ir a aquella sala de juntas la cual al entrar no pudieron hacer más que respirar hondo ya que se encontraban ellos solos junto a Marcela y Beatriz, la mujer de lentes se dedicó a saludar en seco y la ex prometida de Armando a mirarlos con ironía.

Ambos se sentaron juntos al lado de la puerta mientras un silencio incomodo invadía la sala de juntas pues ninguno de los cuatros se atrevía ni quiera hablar.

▪︎It is painful▪︎ Armando×MarioOù les histoires vivent. Découvrez maintenant