7. Hallazgo

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El horrible hallazgo lo hizo una angustiada familia. Días después, en un impersonal cubículo, Manuel leía con meticuloso interés el informe del que hubiera deseado permanecer ignorante. No obstante, le era imposible. Repasó una a una las líneas redactadas con fría objetividad, tanto que no parecía que hablasen de una persona sino de un objeto extraviado. Una vez que terminó, respiró hondo haciéndose hacia atrás en su silla. Frente a él, la persona que le entregó el documento unos minutos atrás lo observaba expectante. Era el agente encargado del caso, un hombre a punto de cumplir los cuarenta años y que se había desempeñado por casi trece en la agencia de investigación. 

Las noticias eran devastadoras, la joven desaparecida cuatro meses atrás acababa de aparecer sin vida. Aunque era lamentable, lo preocupante eran las características y el modo en que fue encontrada.

—Al final, ella tenía razón. Era cuestión de tiempo para que volviera a hacerlo —Saúl emitió la sentencia detallando el gesto agrio de Manuel, cuyos ojos paseaban por el informe como si quisiera encontrar algo distinto a lo ahí escrito.

Liliana, la víctima, apareció en un auto robado frente a su casa. Su hermano, al notar el vehículo ocupado por alguien que no se movía, se acercó a corroborar que todo estuviera bien para toparse con la imagen más desgarradora de su hermana, algo que no olvidaría jamás.
En el cuerpo de Liliana, limpiado con minucioso empeño, no había señales de violencia, ni siquiera la sexual que era tan común en ese tipo de casos. La piel libre de hematomas, buen peso y aspecto físico; su estado era el que tenía viviendo al calor de su hogar. Lo único que delató que no era una muerte natural fue la cantidad enorme de sedantes en el examen toxicológico, y que la causa del deceso fuera asfixia. Sin señales de lucha, se presumía que ocurrió estando dormida.

«¿Cómo se iba a defender con tanta porquería que le metió?» Pensó Manuel.

Ella no era la primera. Doce, ocho y cinco años atrás habían encontrado otras cuatro jóvenes mujeres en condiciones similares a las de Liliana, las dos últimas con diferencia de meses entre una y otra. A todas ellas, el desgraciado que les arrebató la libertad las dejó muy cerca de sus hogares. Tal vez hubo más, pero los recursos no eran suficientes para revisar entre cientos de archivos muertos, sin contar con que algunos eran inexistentes o habían sido destruidos. 

Con tantos años de diferencia entre uno y otro crimen, fue imposible relacionarlos a tiempo.
Buscar en décadas de archivos fue algo que se le ocurrió a una sola persona. Así pudieron darse cuenta de las similitudes entre los casos. La edad de las muchachas, el que no hubieran iniciado su vida sexual y el que la gente de su entorno las describiera como las mejores niñas del mundo. Jovencitas que no daban ningún tipo de problema, unas joyas. 

El hombre sentía que algo le estallaba en el pecho. La edad de su hija menor era la misma. También era una muchacha bien portada, estudiosa y obediente. Saberlo le impedía permanecer lejano. Rabioso, apretó puños y dientes.

Bajo nuestra piel [Finalizada]Where stories live. Discover now