Capítulo 3 - Toma de decisiones -

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Max se encontraba viendo una lápida con flores de todo tipo en una mano, lloraba y sollozaba de tristeza, la lápida tenía el nombre de su hermana, él aún recordaba cuando había muerto sin que él hubiese podido hacer nada.

— No sé que es lo que debo de hacer, Any — dijo Max con voz chillante — estoy perdido sin ti, ya no tengo razones por las cuales seguir — se arrodilló en frente de su tumba — dame una señal de que debería de hacer.

— Yo digo que si deberías de hacerlo — dijo una voz infantil y cuando Max volteo a ver, era una niña.

— ¿y tú de dónde saliste? Niña — dijo Max limpiándose las lágrimas.

— No escuche lo que decías, pero deberías hacerlo, te notaste muy triste.

— ¿siquiera sabes que es lo que iba a hacer? — la niña negó con la cabeza — bueno, le estaba pidiendo una señal a mi difunta hermana para saber si voy a matar a una persona, es que será mi primera vez y no quiero hacerlo, pero te mano a ti, así que...

De inmediato la niña grito y salió corriendo asustada, cuando Max volteo a ver a donde se fue, se fijó que abrazo a su madre totalmente asustada, lo señalo dando señal de que le estaba contando sobre lo que le había dicho Max. Él solamente sonrió ante el resultado de su broma, se levantó de la tumba y se puso contenta.

— Gracias hermanita, te quiero demasiado.

•••

Luke Marx, un hombre enorme, de 1,80 de altura. Parecía estar ordenando sus cosas en su habitación hasta que escucho unos sonidos como de disparos, de inmediato salto por la ventana y aterrizo en la avenida principal. Le habían robado a una señorita y el ladrón venía en su dirección con el bolso en manos.

Metal no dudó y le dio un golpe en el rostro haciendo que el individuo cayera al suelo, el mismo tenía una pistola la cual uso para atacar a metal en cuanto este se puso encima de él para detenerlo. Metal tomó el arma y la arrugo en su puño como si de papel se tratara. De inmediato la gente rodeo el escenario mientras él le quitaba el bolso al hombre y lo dejaba inconsciente.

Metal se puso de pie, feliz de haber ayudado a una mujer en apuros, pero en cuanto le dio el bolso a la señorita la gente comenzó a abuchearlo ya criticarlo. Los gritos eran de reclamos directos, desde "no necesitamos que los mutantes nos ayuden" hasta  "bestias como ustedes deberían vivir en otro mundo".

La gente no lo amedrento, pero se retiró del lugar humillado, él habría imaginado que le agradecerían. Tras volver a encerrarse en su habitación se sintió confundido, alababan a Rojo, quien también ayudo a la gente, pero a él lo rechazaban, y no solamente era a él.

Había leído en los medios escritos las continuas agresiones contra gente con habilidades o cambios de este tipo. Se miró al espejo por unos segundos hasta que le llamaron a la puerta. Era el dueño de la casa.

— Esa ventana no me pagará sola, mutante asqueroso — le dijo el dueño de casa y se retiró.

Cuál era la causa del odio hacia ellos, tal vez una, hace un par de años, después de la muerte de Rojo, la gente de empresas había contratado gente con habilidades porque podían hacer más cosas que una persona corriente, tal vez esa era la causa del rechazo.

•••

— Pero no lo entiendo, no estoy haciendo nada malo — dijo Kora mientras reclamaba del porqué del aviso que le daban.

Estaba en la oficina de su jefe, una pequeña empresa de construcción y demolición, el jefe le estaba dando el aviso de que ya no podía trabajar junto con ellos.

El Primer Héroe - El único deseo del demonio [Rojo y los héroes del nuevo mundo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora