❀ Capítulo 4 ❀

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4||Ok, esto no suena como a
una buena idea.||

Elevate - Big time Rush.

Tanner:

No era novedad que Roger Davies fuese un imbécil.

Lo sabíamos desde la primera vez que lo vimos intentando acercarse a Faith dos años atrás.

Hope por poco perdía la cabeza en ese mismo instante. Ver a su melliza menor sonriéndole al gilipollas más grande que la escuela contrincante tenía como estudiante, sirvió para que los tres encendiéramos nuestro radar de hombres estúpidos, y el cabrón participara para llevarse el premio mayor.

Le quería partir la cara.

Eso era lo que quería hacer.

Hagámoslo y después llevémonos a la damisela en apuros.

¿Qué clase de persona le hablaba de esa manera a una mujer y pensaría que no tendría consecuencias al respecto?

Definitivamente yo no era amigo de Faith. Tampoco éramos colegas, y a pesar de ser rivales hasta la muerte, no dejaría que nadie la tratara así. A ella o a cualquier otra mujer que se encontrara en la misma situación.

No hacía falta ser su mejor amigo para que supiese que incluso llevándonos mal, tanto mi hermano como yo la defenderíamos de cualquiera que intentase molestarla.

Siempre fue así desde que llegaron a la calle. Faith era la pequeña de los cuatro, era la niña, la adorada princesa de sus padres y de los míos —cuyas ganas por tener una mujer en la familia siempre fue fuerte—. Manos le iban a faltar al idiota que se atreviera a lastimarle una uña.

Y sabía que el estúpido con cerebro sin desarrollar que teníamos en frente, lo había hecho más veces de las que cuatro manos podían contar.

Desconocía los motivos reales de su ruptura, y honestamente me importaban una mierda, porque así hubiesen terminado bien, no tenía ningún derecho a hablarle de esa forma.

Hope me mataría si se enteraba que lo tuve enfrente y no le di una lección.

Pero no hacía falta pensar en él para que me entraran ganas asesinas. Incluso llevándonos pésimo, mis instintos de protección hacia ella no eran una novedad, lo sabía.

Ella lo sabía.

Roger lo sabía. Y vaya que se lo dejé bien explicado en el pasado.

Faith podía cuidarse sola, lo tenía más que claro y grabado en el subconsciente, pero si podía hacer algo para ayudarla y apaciguar el tsunami, lo haría.

Porque entendía lo mucho que él la afectaba, y lo que le costaba reaccionar cuando lo tenía tan de cerca.

La había traumado.

—No sabes ni lo que estás diciendo Dixon, más te vale apartarte, no lo repetiré una tercera vez. —Sonreí con mezquindad.

Ese idiota se estaba acercando rápido al callejón de las hostias.

—Excelente, porque yo tampoco suelo repetir las cosas —contesté arqueando una ceja—. Ella podrá ser más educada que yo, Roger, pero ahora no estás hablando con ella, sino conmigo.

—¿Hay alguna diferencia Dixon? —preguntó el imbécil.

Ya se iba a enterar de las diferencias el cabrón.

—¿Quieres que te recuerde lo que pasó la última vez que hablaste de ella en mi presencia? —cuestioné jugando con su minúscula paciencia, parpadeó perplejo, pero se recompuso rápidamente—. O te largas, o te saco de aquí a patadas, te dejo elegir.

La guía de consejos de Faith. Where stories live. Discover now